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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El futuro de Japón

Para los extranjeros, Japón es un país misterioso, formidable pero opaco. Nuestras percepciones se basan a menudo en clichés que tratamos, en vano, de aplicar a una realidad que poco se parece a nuestros prejuicios.

En los 80, Japón era contemplado con admiración como el referente de buena gestión y productividad. Recordemos las maravillas de la producción "just-in-time" y los reverenciados "círculos de excelencia" en una economía complacida con el poder de sus seis Keiretsu. Estos intrincados grupos de compañías -cada una con un banco en el centro de la trama- controlaban la industria, guiados por el omnipresente Ministerio de Finanzas. También se temía su músculo financiero: tras la compra del Empire State Building y medio Hollywood, amenazaba con sobrepasar a EE UU como potencia económica. Todo acabó en desastre, un largo periodo de estancamiento conocido como la Década Pérdida. Desde 1990 hasta hoy, la economía japonesa apenas ha crecido un 0,9% anual, frente al 2,5% de EE UU y el 1,8% de la UE.

Algunos economistas creen que Japón aún no se ha recuperado tras 20 de crisis. Atribuyen los males a una política que no supo adaptarse y no acertó a tomar las medidas oportunas. Algunos agoreros ven a las economías occidentales sucumbiendo a la misma parálisis que hundió el milagro japonés. Pero, como de costumbre, la realidad es más compleja. Los economistas aún seguimos avergonzados por no haber predicho el tsunami de la gran crisis financiera detonada por las burbujas inmobiliaria y crediticia y cualquier mala noticia es interpretada como el anticipo de otro desastre: por mucho que las políticas monetarias y fiscales se empleen a fondo, la deuda pública y la montaña de liquidez creada por los bancos centrales abocarán a Occidente a su propia Década Perdida.

Sin embargo, esa tesis está basada en falsas asunciones. En EE UU y, en menor medida, Europa, la ecuación que llevaría a Occidente a perder una década de crecimiento carece de un elemento crucial: la crisis demográfica de Japón. Su población lleva diez años estancada, apenas ha crecido un 4% desde 1990, la población activa se ha reducido en 4 millones de personas y las puertas a la inmigración siguen cerradas. Esto contrasta con poblaciones más jóvenes y dinámicas en EEUU y Europa, lo que les confiere mayor potencial de crecimiento y una demanda interna potente. Cierto que el envejecimiento de la población europea supone una amenaza para el estado del bienestar, aunque la inmigración está actuando como estabilizante.

¿Y qué futuro le espera a Japón? Aquí ha emergido un mito reciente: el primer cambio real de partido gobernante en 50 años provocará un nuevo modelo económico. Se giraría desde una economía volcada en las exportaciones a una era de consumismo. En apariencia, el nuevo ministro de Finanzas y el gobernador del Banco de Japón apoyarían este movimiento y la fortaleza del yen -que tanto daño hace a su industria- ayudaría a mejorar el poder adquisitivo de sus ciudadanos. Es pronto para juzgar la voluntad real de cambio. En cualquier caso, el obstáculo de su crisis demográfica parece insuperable. Se hace difícil imaginar a sus ancianos en una vorágine consumista. El futuro de Japón amenaza con ser una repetición del pasado reciente.

Roberto L. Ruiz-Scholtes. Director de Estrategia de UBS Bank España

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