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Los expertos debaten sobre la crisis árabe

¿Hacia el fin del terrorismo global?

Las revueltas árabes pueden suponer un golpe al terrorismo internacional, según un grupo de expertos reunidos en Madrid. Las consecuencias de esta oleada, en todo caso, quedarán marcadas por la crisis libia.

La revuelta protagonizada por la juventud de la mayoría de los países del Magreb y Oriente Próximo puede suponer, pese a los temores, un golpe para el futuro de Al Qaeda. Fernando Reinares, investigador del Instituto Elcano y una de las voces más autorizadas en España sobre terrorismo internacional, considera que las consecuencias de la crisis árabe en ese sentido quedarán marcadas en gran medida por la resolución del conflicto en Libia.

"Existe un escenario negativo, consistente en que la lucha derive en una desintegración institucional", explica; "en ese caso, Al Qaeda aprovecharía para extender su influencia y presencia en el Magreb". Pero Reinares, que ha participado en una jornada organizada por el Instuto Elcano, destaca que, en el caso de que Al Qaeda no consiga hacerse presente en los procesos de cambio democrático (fundamentalmente, por la vía de grandes atentados), "estaremos hablando del principio del fin del terrorismo global tal como lo conocemos". A su juicio, la revuelta pacífica deja en evidencia a la red terrorista global, que "lleva años proclamando que es imposible derribar a los regímenes dictatoriales de la zona si no es por medios violentos.

En el mismo foro, Gonzalo Escribano, profesor de Economía Aplicada de la UNED, ha destacado la importancia del factor económico en el derrocamiento de los autócratas de Túnez y Egipto y en la revuelta de Libia. "La existencia de tipos de cambio flexibles ha sido crucial. El mantenimiento de las protestas ha hundido las monedas y castigado gravemente los sectores turístico e industrial. Puesto que, en estos países, los ejércitos tienen amplios intereses económicos, han pasado de ver a los líderes ahora derrocados como una amenaza para sus propios intereses, por lo que se han unido a la revuelta. Y lo mismo ha sucedido con las élites económicas". Según explica Escribano, la democratización de Túnez y Egipto pasará por dificultades no solo sociales e institucionales, sino también desde el punto de vista económico: "Lo tienen complicado para financiar el proceso de reformas, porque disponen de rentas petrolíferas menores y la crisis ha cortado las cadenas industriales y turísticas. Les esperan cuatro o cinco años muy difíciles".

Por su parte, Bernabé López, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en el mundo árabe, destaca que Marruecos no ha quedado al margen del proceso de cambio. "Al principio, la versión oficial, aceptada por países como España, sostenía que el país inició sus propias reformas hace 15 años. Esa visión ha cambiado a raíz de las manifestaciones del 20 de febrero, hasta el punto de que incluso partidos del Gobierno plantean ahora la necesidad de cambios constitucionales de fondo. Lo que el pueblo marroquí reclama no es la caída del régimen, sino su conversión en una democracia parlamentaria".

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