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Posturas encontradas ante el próximo Consejo Europeo

España negocia el presupuesto europeo con el corazón 'partío'

Para España era muy fácil elegir bando cuando llegaba el momento de negociar los presupuestos de la UE: González, Aznar o Zapatero siempre estaban del lado de los pobres, por decirlo así. Es decir, con los países que se llevan el grueso de los fondos estructurales porque su nivel de renta se encuentra por debajo de la media comunitaria. Pero esa trinchera ya no encaja del todo con los intereses españoles.

Y en la cumbre europea del próximo jueves y viernes, el presidente del Gobierno español se encontrará por primera vez ante el incómodo dilema de representar a un país que sigue aspirando a recibir ayudas multimillonarias al mismo tiempo que, por su nivel de renta, se convierte en contribuyente neto, o sea, en uno de los socios que aportan más de lo que reciben.

El nuevo escenario entraña un riesgo evidente: que entre trinchera y trinchera, el fuego cruzado entre contribuyentes y receptores sorprenda al Gobierno sin lugar donde cubrirse. Todo un desafío incluso para Mariano Rajoy, un presidente a quien se atribuye una proverbial capacidad para mantener la ambigüedad durante una negociación y desconcertar a sus interlocutores.

"Estamos en una situación un tanto esquizofrénica", reconocen fuentes españolas en las horas previas a una cumbre convocada expresamente para cerrar el nuevo marco presupuestario de la UE: un billón de euros, a pagar y gastar por los 28 socios (incluida ya Croacia), durante el período 2014-2020.

"Cuanto menos contribuyamos, mejor", señalan esas mismas fuentes. Y añaden que "dadas nuestras cifras presupuestarias, no vemos con malos ojos una reducción del presupuesto". Por eso, en el terreno de las contribuciones es probable que España secunde a los partidarios de contener el presupuesto, cuyas posiciones oscilan entre la congelación del gasto a niveles de 2013 (defendida por la Comisión Europea) o un recorte de 200.000 millones de euros (exigido por Londres).

En el medio se encuentra la posición de Alemania, partidaria de un recorte de 100.000 millones de euros para dejar el presupuesto en el 1% del PIB de la UE. Dado que Alemania es el principal contribuyente de la UE, parece difícil que la solución definitiva se aleje mucho de esa cifra, que para España podría resultar bastante cómoda.

Más difícil lo tendrá Rajoy por la parte del gasto, porque deberá competir por los fondos con sus antiguos aliados: Portugal, Irlanda, Polonia, Hungría, Rumanía, entre otros. Esos socios reclaman el grueso de los fondos estructurales (casi medio billón para el próximo septenio) y la semana pasada realizaron en Bruselas una cumbre de "amigos de la cohesión" a la que muchos estuvieron representados por sus primeros ministros.

España, de manera significativa, mantuvo un perfil mucho más bajo y prefirió enviar al secretario de Estado de Asuntos Europeos, Íñigo Méndez de Vigo. Esos antiguos "amigos" temen ahora la ofensiva de Madrid, que invoca el impacto de la crisis para seguir recibiendo unas ayudas que, en el último período (2007-2013), ascendieron a 35.000 millones de euros. Los socios de Europa central y del Este, sobre todo, consideran que España ya se ha beneficiado durante 20 años de la política de cohesión y ahora les corresponde a ellos acelerar la convergencia con el resto del continente.

"Una de las grandes diferencias con anteriores negociaciones es que ahora hay una clara división entre Este y Oeste", señalan fuentes comunitarias. "Antes de la ampliación [de 2004 y 2007], las diferencias eran más sutiles", aseguran las mimas fuentes.

Fuentes diplomáticas no comparten del todo esa opinión. "En estas negociaciones no hay alianza que valga, porque es difícil coincidir con algún socio en todos los intereses y, al final, el acuerdo o el veto se decide en términos de cada país". España, ponen como ejemplo, puede alinearse con Francia o Italia en la política agrícola. Y con Berlín y París, en fondos estructurales.

Entre tanto corazón partío solo parece haber acuerdo en tres puntos: los funcionarios comunitarios sufrirán recortes; el Gobierno británico de David Cameron es el que podría obtener un rédito político si fracasan las negociaciones; y un presupuesto tan exiguo no merece una cumbre de alta tensión.

España se expone a perder 20.000 millones de euros

España podría recibir entre 2014 y 2020 unos 20.000 millones de euros menos que en el septenio anterior en fondos estructurales y agrícolas, según el proyecto presupuestario que se debatirá esta semana en Bruselas.El Gobierno confía en mitigar ese impacto reclamando una fase de transición para algunas regiones, mayor flexibilidad en el gasto agrícola y una compensación por el impacto de la crisis.Entre 2006 y 2013, los fondos estructurales de la política de cohesión reportaron a España 35.000 millones de euros. Ahora, esa cifra podría caer un 33%. En agricultura, los fondos ascendieron a 49.000 millones de euros, con una merma esperada del 17%.

Merkel quiere un acuerdo a toda costa

La mayoría de los socios de la UE son partidarios de acordar cuanto antes el nuevo marco presupuestario, una partida que solo supone el 1% del PIB europeo, pero que puede resultar políticamente explosiva si las negociaciones encallan.La canciller alemana, Angela Merkel, con elecciones generales en septiembre de 2013, figura entre las más interesadas en cerrar el acuerdo esta semana. Incluso, apuestan algunas fuentes, estaría dispuesta a pagar un poco más con tal de lograrlo.Pero nadie descarta el fracaso. Y ya se ha previsto una segunda cumbre, en febrero de 2013, por si acaso

cameron tiene la llave de todas las negociaciones

Como suele ocurrir en Bruselas, la trifulca de esta semana sobre los presupuestos de la UE se verá contaminada por otras negociaciones.Y en este caso, casi todas chocan con el primer ministro británico. David Cameron llega a la cumbre de la UE con la amenaza de vetar el presupuesto si no se le respeta el llamado cheque británico (una rebaja millonaria en su aportación) y si no se introduce un recorte de casi el 20%.Y Cameron dispone de otras dos bazas para defender su posición: el supervisor financiero de la zona euro; y el impuesto de transacciones financieras en 11 países de la zona euro. De momento, Londres ha frenado ambos proyectos en las últimas semanas.

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