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Informe 'Ocúpate, Ocúpale' de Accenture y Sagardoy Abogados

España necesita más carreras técnicas y atraer el talento

La única forma de que España deje de tener siempre el doble de desempleo que sus vecinos europeos, tanto en tiempos de crisis como en épocas de bonanza, es "cambiar de chip", asegura Diego Sánchez de León, socio de Talento de Accenture. Esto significa pasar de una economía muy apalancada en sectores tradicionales -el 51% de la población activa española está ocupada en comercio, hostelería y servicio doméstico- a un modelo de alta cualificación profesional en el que contribuyan todos los agentes económicos: Administración pública, emprendedores, universidades, empresas y profesionales.

Esta transformación requiere "reformar el sistema educativo por parte de la Administración; buscar sectores de futuro, en el caso del emprendedor; incorporar nuevas tecnologías y reciclar al trabajador, por parte del empresario; adaptar la oferta universitaria y de FP al empleo y afrontar una mayor responsabilidad entre los profesionales", según se explica en el informe Ocúpate, Ocúpale, elaborado por Accenture y Sagardoy Abogados.

En este sentido, el análisis aboga por potenciar las carreras técnicas y fomentar los vínculos educativos con las empresas. Cita como ejemplo las matemáticas, la física y la ingeniería, que deben fomentarse "de forma acelerada desde la escuela, a través de una enseñanza didáctica y aplicada que suscite el interés de los jóvenes".

El estudio insiste en la elevada "desconexión de las universidades con el mundo empresarial" y, por ello, la consultora y el despacho de abogados creen conveniente crear "un diseño de prácticas en las que colaboren las compañías, así como desarrollar programas de colaboración e innovación y fomentar los proyectos semilla".

Captación del talento internacional

A esto se suma otra necesidad: la captación de talento internacional. El estudio describe que "la mala situación económica está comenzando a fomentar la emigración de personal cualificado ante la incapacidad de desarrollarse profesionalmente en nuestro país", por lo que urge a las universidades a convertirse en centros de excelencia del conocimiento. "Tenemos que hacer un esfuerzo por mejorar el posicionamiento de nuestras universidades y convertirnos en un país atractivo para el talento extranjero", explican los expertos.

Pero también mejorar la formación profesional (FP). "Revisar con éxito el modelo de formación profesional pasa por proponer nuevas especialidades y alinear los contenidos para generar nuevos profesionales", dicen. En este sentido, Accenture considera imprescindible utilizar las herramientas de marketing y comunicación para mejorar la percepción que tienen los jóvenes y la sociedad en general de los estudiantes que optan por FP.

Pone también énfasis en la formación de los formadores, que deben estar al día de las últimas novedades. "Esto requiere disciplina de autoestudio", comentan, y es que el papel de este nuevo profesional en la economía del conocimiento, como así la llaman en la consultora, deja de ser el actual. Deberá ofrecer ventajas competitivas (especialización técnica, idiomas y dominio de tecnología), nuevas habilidades como la innovación, inteligencia emocional, el trabajo en equipo y la solvencia en resolución de problemas. "El individuo deberá responsabilizarse en primera persona de su propia formación para progresar o dar un giro profesional, a lo que contribuirá tanto la formación just-in-time como la participación activa en redes informales de conocimiento", definen en el informe.

Para Diego Sánchez de León, "las empresas también tienen un nuevo papel, deberán medir de una nueva manera el conocimiento que tienen los profesionales o trabajadores y, en este sentido, la compañía debe proteger esos conocimientos que hoy no dan ingresos pero que mañana serán muy productivos".

Se hace hincapié en la gestión de la formación como un activo estratégico. "Un recurso humano mejor formado es a priori más productivo, está en mejor capacidad de aportar valor y es más empleable", explica Moreno. Pero no es lo único, la consultora aboga también por hacer una apuesta clara por la productividad, la asignatura pendiente del tejido empresarial de España, y trabajar por objetivos.

Uno de los padres del Estatuto de los Trabajadores de 1978, Juan Antonio Sagardoy, socio fundador de Sagardoy Abogados, considera imprescindible ofrecer "una mayor seguridad jurídica en los negocios". Asegura que los inversores se quejan de que les "cambian las reglas del juego, de una forma frecuentísima, y eso crea inseguridad".

En la presentación del informe, Sagardoy citó como ejemplo que hace años había ido a su despacho un inversor con la intención de invertir 10.000 millones de euros, pero que lo primero que preguntó al bufete fue cuánto le costaría marcharse si el proyecto no salía bien; la respuesta le disuadió de establecerse en España. Desde su punto de vista, el mercado español es demasiado "rígido" y necesita "flexibilidad".

"El empresario español ya sale con un gen de odio al trabajador fijo", dijo irónicamente. "Lo considera un pasivo y eso hace que la única contratación existente sea la temporal, y eso sí que es la ruina de un país, porque supone tener a gente desmotivada y sin producir lo que pudieran".

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