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Efectos de la desaceleración

La deuda de los hogares alcanza el 130% de su renta disponible

La subida de tipos ha provocado un fuerte ajuste en el ritmo de contratación de crédito por parte de las familias, ya que ha pasado de crecer a tasas del 25% hace dos años a un 15%. Sin embargo, esto no ha impedido que la deuda global de los hogares alcanzara en 2007 el 130% de la renta bruta anual disponible, según el Banco de España.

La entidad regida por Miguel Ángel Fernández Ordóñez subraya que este indicador ha experimentado un significativo aumento al haber pasado de un 45% de la renta bruta disponible (RBD) en el periodo 1990-1996 al 130% actual (880.982 millones de euros en enero pasado).

El boom inmobiliario que se inició en 1997 es uno de los principales responsables de este repunte del pasivo de los hogares, ya que si se analiza la composición de ese endeudamiento se puede observar como la proporción que representa el préstamo para adquisición de vivienda ha ido aumentando a lo largo de los últimos años, desde el 36% que marcaba en 1990 hasta pasar a significar el 76% a finales de 2007. Esto quiere decir que dos de cada tres euros de la deuda de las familias es hipotecaria (649.297 millones). El Banco de España, preocupado por los efectos que sobre las finanzas de los hogares está teniendo la subida de los tipos realiza en su último informe de coyuntura un estudio sobre el impacto que pueden tener esas variaciones en el interbancario sobre los intereses pagados y recibidos por las familias.

Las estimaciones obtenidas muestran que, dado el saldo de activos y pasivos observado a finales de 2007, un incremento de un punto porcentual en las rentabilidades del mercado interbancario se traducirá en un descenso a largo plazo de los ingresos netos por intereses de los hogares equivalente al 0,7% de su RBD.

Ajuste gradual

El Banco de España recuerda que este efecto no se produce de forma inmediata, ya que los tipos de interés medios de los productos de renta fija de la cartera y del crédito en balance se ajustan gradualmente a medida que se producen nuevas operaciones y, en el caso de los que son a tipo variable, cuando se revisan sus condiciones.

Parece claro que cuando los tipos se incrementan, el coste financiero de cualquier clase de crédito se encarezca; pero lo que también hay que tener en cuenta en entornos de turbulencias e incertidumbres como los actuales es cómo afecta esta situación a los activos financieros en poder de las familias. Y es que los hogares perciben ingresos en forma de intereses por sus tenencias en depósitos y valores de renta fija y, por otro lado, tienen obligaciones de pago periódicas por las deudas contraídas.

Así, cuando se producen variaciones en los tipos de intervención de los bancos centrales, estos movimientos se suelen incorporar de forma inmediata en las rentabilidades negociadas en el mercado interbancario, por lo que acaban afectando a los flujos de renta de las familias, en la medida en que también se transmiten en mayor o menor grado a la remuneración de su cartera y el coste de los pasivos que mantengan.

Los cambios en los tipos no sólo causan un efecto renta, sino que impactan también sobre el precio de los activos negociables en manos de las familias, provocando un efecto riqueza. Para productos como los depósitos bancarios o los valores de renta fija es evidente que sólo impera el efecto renta (por el pago del rendimiento). En las inversiones en renta variable es el efecto riqueza el que domina, indica el informe.

La situación es más compleja en los valores de renta fija a medio y largo plazo y de las participaciones en fondos de inversión. Para los primeros las variaciones en los tipos de interés de mercado pueden generar cambios en los ingresos en concepto de cupones periódicos, pero el impacto principal discurre normalmente vía cambios en el valor de mercado de los títulos y, por tanto, vía efecto riqueza.

Las participaciones en fondos de inversión no generan, en puridad, flujos para sus tenedores, sino incrementos de patrimonio, ya que ni las ganancias de capital se materializan, ni sus ingresos por intereses se reparten, sino que ambos se acumulan.

Composición de la cartera de activos

Aunque con el paso del tiempo la cartera de activos financieros de las familias españolas se asemeja más a lo que ocurre en países como Alemania, Francia, Reino Unido o EE UU, continúan pesando mucho aquellos productos con menor riesgo, como son los ligados a la renta fija y los depósitos. En su último informe mensual de coyuntura, el Banco de España destaca que los dos instrumentos ligados a los tipos de interés a corto plazo que dominan la composición de la cartera de activos de los hogares son los depósitos a la vista y a plazo, con un peso relativo de cada uno de ellos que ha oscilado entre el 35% y el 50% del total.La mayor incertidumbre apunta a que estos productos ganarán más protagonismo, ya que son donde las entidades realizan las mejores ofertas de captación.

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