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Leopoldo Arnaiz Eguren. Presidente de Arnaiz & Partners Arquitectura y Urbanismo

"Deberíamos dedicar un 20% del tiempo a la formación"

Ha vivido varias crisis desde que en el año 1974 fundase la consultora que lleva su apellido. Ha dirigido el Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria y hace un año creó el Instituto Arnaiz de Investigación

No se reconoce como un empresario al uso, "no soy un experto en resultados", aclara, pero a pesar de ello su compañía factura ya unos 58 millones de euros y emplea a 350 profesionales, de los cuales 67 son arquitectos y 25 aparejadores. El resto es variopinto. Cuenta con 65 delineantes, 34 abogados, 32 ingenieros y en su plantilla hay geólogos, ambientalistas, diseñadores, biólogos, sociólogos, economistas, informáticos y administrativos, entre otros. No obstante, matiza que "las licenciaturas han perdido valor en el mundo real y lo que importa es la formación continua".

Se dice que ha sido la peor crisis para los arquitectos, ¿ha habido reducciones de profesionales?

"Si una persona no pone en riesgo su propia remuneración, no será nunca empresario"

Durante estos tres años, hemos mantenido el personal con los cambios normales de rotación de una compañía. Cada cinco o seis años hemos tenido que amoldarnos a nuevas circunstancias. Con la crisis actual el primer cambio que emprendimos fue la expansión internacional. Aquí no había suficiente trabajo para mantener la empresa. El segundo fue asumir nuevos retos de lo que se podía hacer en España, afrontando nuevas metas de sostenibilidad para la edificación, lo que significó aprender cosas nuevas.

¿Cómo afrontó la internacionalización?

Hubo que modificar la estructura de la empresa, porque salir fuera supone una inversión en equipos nuevos. Decidimos basar nuestro crecimiento en la colaboración con otras empresas locales cuando iniciamos la expansión internacional y apoyarnos unos con otros dentro de las empresas españolas. Eso supone un cambio de estructura mental, del que estamos muy satisfechos. La segunda consideración vino de la idea de que no podíamos trabajar en el extranjero si no nos dedicábamos a capacitarnos, a nosotros mismos y a los demás, porque así lo exigían las nuevas tecnologías y las nuevas ciudades donde trabajábamos. Después de 37 años de experiencia, tuve que volver a empezar, no por falta de trabajo, sino porque había que ampliar el conocimiento profesional.

¿Considera que en este momento la formación es clave?

Sí, de hecho hemos creado un instituto de investigación. Todas las personas de nuestro propio equipo deben asumir que deberían dedicar un 20% de su tiempo a la propia formación y a la sistematización de lo que hacen. Solo vamos a sobrevivir de los profesionales que formemos. Nuestra empresa solo tiene posibilidades de subsistencia si la basamos en la formación. Una de las grandes ventajas que ahora tiene España con respecto a otros países es el conocimiento en tecnología, en materia jurídica, urbanística, financiera, etc.

¿Cuándo empezó la expansión y en qué países?

Empezamos por Bulgaria en 2007 y actualmente estamos en 10 países. Bulgaria, Rumanía, Argelia, Estados Unidos, Senegal, Kuwait, Costa Rica, Brasil, México y Colombia. En un plazo de seis meses deberíamos ampliarlo a cuatro países.

¿Esto ha minimizado el impacto de esta crisis?

No, lo que nos ha permitido sobrevivir ha sido la diversificación. Hacemos urbanismo, medio ambiente, asesoría jurídica, negocio inmobiliario, construcción, etc. Para la supervivencia de una empresa es muy importante la facilidad de adaptación. La internacionalización nos ha permitido mantener la ilusión. Por ahora, estamos invirtiendo pero no generando. Hemos salido al extranjero como emigrantes, con humildad.

¿Por qué los profesionales no son más emprendedores?

Si una persona no pone en riesgo su propia remuneración no será nunca empresario. En España, no hay una cultura del esfuerzo ni una cultura del riesgo. Si existiera esfuerzo, riesgo, incomodidad e ilusión, entonces habría más emprendedores. Aquellos que siempre hemos tenido la misma actitud, la crisis no nos ha cambiado porque estábamos preparados para esa transformación. Yo, por ejemplo, hago lo mismo: trabajar y tener ilusión.

"Los jóvenes arquitectos tienen que ensayar fuera"

"Para montar una empresa hay que dedicarle mucho tiempo", explica, mientras relata cómo emprendió su perfil empresarial trabajando con sus hermanos en la edificación mientras estudiaba en la Politécnica de Madrid. "En la medida en que te sientes capaz de hacer más cosas, eso te genera una mayor satisfacción personal", advierte. Lo sabe por experiencia, hasta el punto de diseñar el espectacular edificio de la calle Méndez Álvaro, 56 (Madrid), donde se encuentra su sede.Asegura que "las empresas funcionan gracias a la voluntad de la gente y a las relaciones personales, que son muy importantes". En momentos de crisis, donde se produce una reducción de los trabajos posibles, aclara que en la firma surgió "una voluntad de subsistencia que no se deriva de que tengamos unos trabajos concretos, sino más bien de nuevas ideas para seguir trabajando juntos". Sentencia que "el mayor problema que tenemos en España es el de la actitud". Hay que "asumir el cambio, aceptar nuestra realidad y la falta de capacidad económica, y afrontar el reto de trabajar fuera de tu propio país, que es un tema más complicado de lo que parece", dice.A los jóvenes arquitectos, que actualmente se encuentran en desempleo y que no tienen más remedio que comenzar en otro país, les recomienda que "ensayen y hagan el experimento de salir fuera, y que subsistan con el ánimo de aprender". De los concursos públicos, opina que los proyectos tendrían que dejar participar a arquitectos jóvenes, y la Administración debería ofrecer más oportunidades a las ideas.

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