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La renuncia de hoy dibuja una apuesta a largo plazo

Chacón 2016

Carme Chacón no será candidata del PSOE en las generales del año que viene, pero su renuncia a las primarias anunciada hoy puede ser la lanzadera para hacerse con el control del partido tras la previsible derrota de marzo.

La opción primarias se desinfla. El pasado 2 de abril, el presidente del Gobierno anunció su renuncia a repetir candidatura en marzo del año que viene, y propuso la elección de sucesor en un proceso de primarias entre la militancia socialista.

Inmediatamente, los medios de comunicación apostaron por una apretada disputa entre Carme Chacón, ministra de Defensa y representante del PSC, y Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente todopoderoso y nexo con la vieja guardia socialista. Ambos aceptaron aplazar su candidatura hasta que se celebrasen las elecciones locales del pasado domingo.

Consumada la debacle socialista, muchas voces cualificadas en el PSOE han reclamado la celebración de un Congreso Extraordinario que aglutine cartel electoral y mando en el partido o, al menos, una candidatura de consenso para las elecciones del año que viene.

La candidata con más futuro, Chacón, ha optado finalmente por "dar un paso atrás para que el partido dé un paso adelante". Y lo ha hecho con visible emoción, utilizando aliteradamente el recurso "yo quería" (reformar el partido, conectar con la calle, corregir los errores) dejando ver, en realidad, un "no me han dejado".

La jugada, aunque sin duda dolorosa para la ministra en el corto plazo, esconde una estrategia probablemente positiva para el partido y también para ella. El desplome del domingo hasta los seis millones de votos descarta prácticamente una remontada socialista de aquí a marzo, de modo que el objetivo del PSOE pasa a ser contener la sangría y evitar la mayoría absoluta del PP. Para ese viaje, es probable que la opción Rubalcaba, con el partido agrupado, sea la más plausible.

En ausencia de sorpresas, la previsible derrota socialista en 2012 dejaría al partido preparado para una profunda renovación, enfocada, entonces sí, a preparar las bases con la vista puesta cuatro años adelante. Rubalcaba, a punto de cumplir sesenta años, no da el perfil de apuesta de futuro y, pese a salir vencedor de la pugna actual, probablemente pase a resultar quemado en menos de un año.

Todo lo contrario de Chacón, que cumplirá 40 el año que viene y aparecería entonces como la que quiso cambiar el partido y no pudo, por la resistencia de los dinosaurios. Y como la representante de la nueva generación, sin una sonada derrota electoral a sus espaldas. El famoso ticket que reclamaba parte del partido puede producirse, pero segmentado en el tiempo: Rubalcaba 2012; Chacón 2016.

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