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EE UU abandonó este patrón en agosto de 1971

40 años del adios al oro

El verano de 1971 fue crucial para el momento que atraviesa en la actualidad la economía internacional. Tal día como hoy, aquel año, el Gobierno presidido por Richard Nixon anunciaba su decisión de abandonar el llamado patrón oro, que regía el intercambio de moneda, para pasar a la libre flotación de las divisas. Una medida que ha permitido la circulación de capitales y ha controlado la inflación, aunque también ha dotado de cierta inestabilidad al sistema.

Lingotes de oro
Lingotes de oroBloomberg

El expresidente de EE UU Richard Nixon no solo pasará a la historia como el único que se vio obligado a dimitir del cargo. Estará para siempre en los libros de texto por ser unos de los artífices del funcionamiento actual de la economía internacional. El 15 de agosto de 1971, su Gobierno anunciaba el fin del llamado patrón oro-dólar, un sistema reimplantado en las reuniones de Bretton Woods en el verano de 1944, las mismas que concibieron el nacimiento del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

A finales de los 60, las divisas no flotaban en mercados financieros, como en la actualidad. Después de Bretton Woods, las monedas nacionales serían convertibles en dólares y sólo el dólar sería convertible en lingotes de oro a razón de 35 dólares por onzas para los gobiernos extranjeros. Este sistema tenía, obviamente, sus ventajas: dio lugar a una estabilización de la economía internacional, en la que no se daban las burbujas provocadas por la sobrevaloración de activos y leves recesiones.

También tenía sus inconvenientes, Sin embargo, las ventas de dólares se hacían cada vez mayores, lo que, a su vez, hacía subir la demanda de oro, y con ella el precio. A la Reserva Federal le resultaba cada vez más difícil mantener el cambio de 35 dólares por una onza de oro y se vio obligada a imprimir más dinero para hacer frente a la paridad, con lo que su valor en los mercados iba cayendo. Esta situación se unió al creciente déficit que iba acumulando la economía estadounidense, derivado, en buena medida, por los gastos que acarreaba la guerra de Vietnam. Así, la cobertura de oro por parte de los Estados Unidos a finales de los años sesenta pasó del 55% al 22%.

Los bancos centrales europeos amenazaron con vender gran parte de los dólares que tenían en sus reservas a cambio de oro, contraviniendo el acuerdo. La situación se fue tensando de tal forma, que tal día como hoy hace 40 años, por orden del presidente Richard M. Nixon, el dólar dejó de ser convertible en lingotes de oro incluso para gobiernos y bancos centrales extranjeros. El Gobierno devaluó la moneda y, además, impuso un arancel del 10% sobre las importaciones.

El resultado de esta situación fue el que se conoce: las monedas de todo el mundo comenzaron a fluctuar libremente entrando en un "sistema monetario internacional sin reglas", según la definición del economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez. "Las economías fueron creciendo de forma caótica", señala.

40 años después de dejar de ser la referencia, el oro se encuentra eso sí en plena forma gracias a la crisis de deuda internacional en los principales, que ha reforzado su papel como valor refugio. Cada onza (31,1 gramos) de este metal cotiza a 1.739 dólares, tras haber superado la semana pasada por primera vez en su historia la barrera de los 1.800 dólares.

Estabilización

Expertos como el economista Milton Friedman vaticinaron que un mercado flotante de divisas provocaría una estabilización de de la economía. Obviamente, esto no ha sido así. No solo ha sido culpa del sistema. Prestigiosas publicaciones copmo The Economist aseguran que, algunos países, sobre todo en Europa, no liberalizaron de forma completa su moneda (un control que años después daría lugar al euro), lo que trasladó las presiones al mercado de la deuda, con los países más débiles soportando mayores costes para financiarse.

De hecho, no han faltado voces en los últimos meses, entre ellas las del Banco Mundial, que piden la vuelta al patrón oro como referencia para la paridad monetaria. Su presidente, Robert Zoellick, propone un sistema en el que deberían seguramente estar el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan chino "que avance hacia su "internacionalización". Ese sistema debería también "considerar la posibilidad de utilizar el oro como punto de referencia internacional" en cuanto a expectativas del mercado sobre "inflación, deflación y cambios futuros de las monedas".

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