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A fondo

¿Es tan alto como parece el impuesto de sociedades?

El impuesto de sociedades es el tercero en importancia por recaudación tras el IRPF y el IVA. Grava la renta de las empresas, es decir, los beneficios. Ante la situación económica adversa, partidos políticos como PP o CiU, la patronal CEOE, y organizaciones profesionales como los asesores fiscales, consideran que el tipo de gravamen ­del 30% para las grandes empresas y del 25% para las pequeñas y medianas­ es demasiado alto.

Argumentan que este impuesto perjudica la competitividad de las empresas españolas ya que en la mayoría de países europeos el tipo es menor. Ello significa que, a igual beneficios empresariales, las sociedades extranjeras gozan de mayor liquidez una vez pagados sus impuestos.

Según un estudio de KPMG, España es el quinto país de la Unión Europea con un impuesto de sociedades más alto. Sólo le supera Malta, Bélgica, Francia e Italia (ver gráfico inferior). Alemania mantiene un gravamen medio punto por debajo del Español, mientras que, en el Reino Unido, el tipo es del 28%.

Sin embargo, muy pocas empresas españolas tributan al 30%. España es de los países que goza de más deducciones y exenciones. Según datos de la Agencia Tributaria, el tipo medio efectivo en el impuesto de sociedades, es decir, el gravamen real que pagan las compañías una vez aplicadas todas las deducciones y exenciones, se redujo hasta el 22,6% en 2007.

En los últimos años, el tipo efectivo fluctuaba en torno al 25%. El Gobierno de Zapatero aprobó la pasada legislatura una reducción gradual del impuesto de sociedades. En 2007, el tipo nominal pasó del 35% al 32,5% para, después, en 2008, descender nuevamente hasta el 30% actual.

Un estudio publicado recientemente por tres profesores de la Universidad de Oviedo muestra como, si bien es cierto que el tipo nominal del impuesto de sociedades históricamente es más alto que el de la media de la UE, el tipo efectivo, el que finalmente pagan las empresas, está por debajo del de la mayoría de países comunitarios (ver gráfico superior).

El estudio analiza grandes empresas de toda Europa y calcula el tipo real al que tributaban sus beneficios empresariales. Con datos de 2005, el tipo efectivo medio en España era del 26,31% -casi diez puntos menos que el nominal, que por aquel entonces aún estaba en el 35%- y tres puntos y medio por debajo de la media de la UE.

'Fijarse sólo en el tipo nominal es engañoso', sostiene Elena Fernández, que participó en la elaboración del estudio. Con la excepción de Luxemburgo, España mantenía la diferencia más alta entre el tipo real y el nominal. El sistema español se caracteriza por tener muchas deducciones y tipos altos. Esta situación es la que desde la Comisión Europea se quiere cambiar. El objetivo es que los países converjan hacía un tipo similar y supriman la mayoría de deducciones.

Sin embargo, tras perder poder en política monetaria por la introducción del euro -las decisiones sobre tipos de interés depende del BCE-, los Estados son reacios a ver mermada su capacidad de maniobra también en política fiscal. Los Gobiernos, mediante los cambios tributarios, pueden impulsar ciertos sectores estratégicos para su país, incentivar la inversión, el consumo o mejorar la liquidez. En definitiva, supone una herramienta fundamental para dirigir la economía nacional.

De facto, existe una asimetría fiscal incompatible con el afán homogeneizador de la UE y la Comisión Europea vela para evitar situaciones discriminatorias a través de la política tributaria. Por ejemplo, ha requerido a España que suprima la deducción fiscal que pueden aplicarse las empresas españolas que realizan compras en el exterior. Para la autoridad comunitaria, se trata de una ayuda ilegal del Estado.

A pesar de que Europa camina hacia una mayor armonización fiscal, la diferencia impositiva es abismal. El tipo nominal en Malta, el más alto de la UE, es del 35% mientras que en Bulgaria o Chipre se mantiene en el 10%. Los países del Este tienen tipos más bajos que los de la vieja Europa. Ello supone un incentivo para que las empresas de Europa occidental emigren hacia el este.

Experimentos con gaseosa

La deslocalización empresarial supone un argumento de peso entre aquellos que piden al Gobierno de Zapatero una nueva rebaja del impuesto de sociedades. 'Hay que proteger a los que tienen la responsabilidad de mantener los puestos de trabajo', dijo recientemente en el Congreso el portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro. El ministro de Economía, Pedro Solbes, cuando le plantean esa posibilidad, recurre al refranero popular: 'Los experimentos, mejor con gaseosa'. El Gobierno, de momento, rechaza tocar un impuesto cuya recaudación ha caído un 30% de enero a agosto respecto al mismo periodo de 2007.

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