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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Gobierno y PP desinflan el globo de La Moncloa

En cuestión de pocas semanas, la atención política ha viajado a lomos de la tormenta financiera desde las expectativas creadas sobre una remodelación de Gobierno, a los efectos que pueden llegar a tener las voces, buena parte de ellas mediáticas, que apuestan por un adelanto electoral. Si José Luis Rodríguez Zapatero y su entorno tuvieron relativamente sencillo frenar los rumores sobre una crisis ministerial en el paso del ecuador de la presidencia europea, no lo van a tener tan fácil en adelante para despejar las dudas sobre el adelanto de las legislativas si la convulsión de los mercados arrecia y la presión política del PP se dispara.

No porque Zapatero esté tentado de convocar a las urnas, que no lo está por razones obvias, sino porque en la opinión pública, según encuestas recientes, ya no influyen como antes dos de los ejes sobre los que el PSOE ha hecho girar desde 2008 buena parte de su estrategia: la negación de un liderazgo alternativo al de Zapatero y, sobre todo, la ausencia de un programa de gobierno, que últimamente el PP agita a los cuatro vientos.

Zozobra económica

Fuentes socialistas apuntan que, al margen de la zozobra económica, no es fácil saber qué erosiona en estos momentos más al Gobierno, si su interinidad o la sombra siempre molesta de un adelanto electoral. La lógica dice que ambos escenarios no pueden sino debilitar la acción del Ejecutivo en un momento en el que las encuestas siguen reflejando una altísima desconfianza de los ciudadanos hacia la forma en que Zapatero está gestionando la crisis económica.

En este contexto de dificultades cabe interpretar la reciente llamada de Mariano Rajoy a La Moncloa, en un intento del presidente del Gobierno de recuperar la iniciativa política y transmitir a los ciudadanos un mensaje de relativa tranquilidad. Sin embargo, la alegría ha durado poco. El esfuerzo hecho por el líder de la oposición para ofrecer una imagen de hombre de Estado, el detalle de aceptar comparecer ante los medios en La Moncloa y el tono discreto empleado en su alocución, sobre todo si se compara con el que suele lucir en el Congreso, han tenido efectos tan efímeros y resultados tan magros que el Gobierno y el PP no han tardado siquiera veinticuatro horas en pinchar el globo y disolver el espejismo. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, acusaron ayer a Rajoy de operar sólo en clave electoral. Su "voracidad", dijo la primera, prevalece sobre su sentido de la responsabilidad. Estos ataques no quedaron sin respuesta. El portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, menospreció el contenido de la reunión celebrada en La Moncloa y avisó de que si el Gobierno sigue sin reaccionar a la crisis, su partido utilizará "todas las herramientas" para promover la alternativa. La Bolsa española cayó ayer otro 3%.

A partir de ahora, la petición de elecciones generales anticipadas puede convertirse en una constante en el discurso del PP, aunque Rajoy prefiera reservarse un papel secundario en esta reivindicación tan dañina para cualquier Gobierno.

Un día después de haberse celebrado la reunión, la importancia que Zapatero le dio al acuerdo conseguido para acelerar la fusión de las cajas de ahorro y reformar la ley que regula su funcionamiento se ha disuelto como un azucarillo. Hay razones para ello. Fuentes del PP apuntan con cierta clarividencia que el pacto real sobre las cajas no se selló el miércoles en La Moncloa, sino que fue cerrado la víspera por Mariano Rajoy y el presidente de la CECA, Isidro Fainé, después de que éste último fuera recibido en La Moncloa por el presidente del Gobierno. De hecho, fuentes del PP observan una alta coincidencia en el comunicado que difundió Presidencia después del encuentro con el presidente de La Caixa y la nota que dio cuenta, un día después, del acuerdo alcanzado con Mariano Rajoy para abordar la reestructuración de las cajas. Y en ambos textos lo que más se destaca es la apertura a capitalizar estas entidades a través de las cuotas participativas con derechos políticos, una vía que se cita de manera explícita en el pacto con el PP distribuido el miércoles por La Moncloa.

En el principal partido de la oposición se sospecha que para agilizar esta iniciativa, el Gobierno recurrirá a una enmienda al proyecto de ley de Economía Sostenible, sin esperar a la reforma de la ley de cajas que, con suerte, no podría entrar en vigor, si se agotan los plazos pactados por Zapatero con Rajoy, hasta el próximo invierno. Estas son las voces más optimistas, porque las más pesimistas en el PP apuntan, incluso, a que la reforma de la Lorca apenas si introducirá cambios de calado debido a las dificultades con las chocará el propio Rajoy para disciplinar a las comunidades autónomas afectadas.

Opacidad

Pinchado de esta forma el globo inflado por Zapatero y Rajoy en su reunión del miércoles, la refriega económica entre el Gobierno y el PP continúa dentro de unos parámetros de opacidad bastante comparables a los que han prevalecido en la campaña electoral que ayer concluyó en el Reino Unido. El principal partido de la oposición ha registrado en el Congreso una iniciativa para que el recorte del gasto público sea este año de 10.000 millones y no de 5.000 como tiene previsto el Gobierno. Pero sólo precisa de manera genérica las partidas sacrificadas. Otro tanto ocurre con la reforma laboral, huérfana de sujetos, verbos y predicados. Demasiadas cartas ocultas para una coyuntura que necesita, sobre todo, de transparencia.

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