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Secretos de despacho

Valores que atraen talento a Mnemo

Fernando García-Lahiguera apuesta por la ética como marca de la empresa.

Aunque pudiera parecer evidente, un discurso crítico con los excesos del sistema económico y financiero no es muy habitual en los despachos de los directivos. Muchos escapan de puntillas a las responsabilidades de los ejecutivos y sus empresas en la crisis. No es el caso de Fernando García-Lahiguera (Madrid, 1970), director general de Mnemo, consultora española de informática.

"Las empresas no han estado a la altura en esta crisis, que primero fue financiera, después económica y ahora es casi social", asegura este licenciado en Ciencias Económicas. Su granito de arena viene por la implantación de un código de conducta. Con motivo del décimo aniversario de la firma, "ha habido un proceso de refundación en base a valores, con nuestra pequeña aportación a la falta de ética que provocó esta crisis". Su nueva lista de principios es corta pero muy clara: "Integridad, respeto, innovación, compromiso y trabajo en equipo". "Es nuestra forma de entender el trabajo y cómo hacer los negocios", explica.

El siguiente paso es aprobar el código de conducta. García-Lahiguera cree que, por un lado, permitirá detectar comportamientos dentro de la casa no acordes con estos valores y poder denunciarlos. Pero por el lado positivo, cree que la transparencia se convertirá en una marca atractiva para el talento. "Tal vez no afecte inmediatamente en el puesto de trabajo, pero sí a largo plazo en el perfil de las personas que vengan a trabajar. Será una selección natural de las personas a las que le apetezca venir a la compañía, una motivación intrínseca". Actualmente el perfil del empleado de Mnemo (memoria, en griego) es de un treintañero, tanto hombre como mujer, licenciado en informática o en ciencias.

La empresa, de capital 100% español, se dedica a la consultoría de informática fundamentalmente para grandes clientes como BBVA, Santander, Repsol, Renfe, AENA, Ono o Telefónica. Ofrecen productos muy adaptados a la necesidad de cada cliente. Por ello tiene un centro de producción, al que llaman de desarrollo de alto rendimiento, en León, una factoría de software. Además, "de la mano de los grandes clientes", cuenta el director general, han dado el salto a Latinoamérica y EE UU. Para 2011 esperan facturar más de 45 millones de euros y dar empleo a más de 700 personas. Una estabilidad en las cifras, que vuelven a sus magnitudes anteriores a la crisis. "No cabe duda que nos ha afectado", reconoce, "aunque el sector ha sido menos golpeado que otros. No hay pleno empleo en informática, pero tampoco hay mucho desempleo. Creo que la crisis ha tocado suelo aunque nos esperan dos o tres años de crecimiento muy lento".

Sobre el talento español en informática cree que no tiene nada que envidiar al resto. "Tenemos el ejemplo de la banca, como BBVA y Santander, cuya tecnología está más avanzada que en cualquier otro país", afirma. Destierra la idea "del complejo español" en tecnología, cuando para vender una lavadora se mencionaba "la tecnología alemana y el diseño italiano", recuerda. Ahora, cuenta, es normal que surjan emprendedores "buscando nuevos nichos y su hueco el mercado".

Pero admite que siguen faltando profesionales que salgan de las escuelas de informática, aunque en menor medida que en la etapa anterior, donde era normal que los estudiantes recibieran ofertas de trabajo en los últimos años de carrera. "Existe escasez en técnicos de SAP, Cobol y Java", asegura sobre las necesidades en perfiles para ciertos programas.

Para ser director general, y no tener experiencia en recursos humanos, es curioso el interés que transmite sobre la importancia de las personas dentro de las empresas. Es algo que le queda de su etapa como jefe de misión de la ONG Acción contra el Hambre, donde trabajó cinco años, y que le permitió viajar por más de 30 países. "Aparte de relativizar las cosas, de esa etapa aprendí el conocimiento del ser humano. He conocido mucha gente y muchas culturas", cuenta.

Un cuadro, que reposa en el suelo, con un pie bien calzado de un ejecutivo y otro de un humilde africano, también le lleva a reflexionar mirando a la Torre Picasso, erigida a escasos metros de su ventana: "Veo la vida real más en el pie africano que en un ejecutivo".

África, en el corazón

García-Lahiguera, que se reconoce como miope, necesita de vez en cuando descansar la vista del ordenador. A su espalda, un ventanal con vistas a Azca da un respiro a un estrecho despacho forrado de madera. "Desde aquí se ven unos atardeceres preciosos".Entre los muchos objetos personales que descansan en una repisa al lado de la ventana, destaca un mapa de África. "Es el objeto que más me toca emocionalmente". En su etapa en Acción contra el Hambre recorrió más de 10 países del África subsahariana y vivió más de un año en Angola. "Me sirve para relativizar los problemas, como contrapunto", explica. Esa época como oenegero acabó a los 35 años, porque el tercer sector no ofrecía muchas posibilidades de desarrollo profesional en Madrid, donde se trasladó junto a su familia.Además, sobre la mesa descansa una pequeña bola del mundo: "Siempre me han encantado los mapas". También se ven algunas fotos. Y entre ellas, un marco digital reproduce cada pocos segundos imágenes familiares, con sus dos niños, que marcan su jornada laboral. Les lleva al colegio temprano y vuelve a casa justo para la cena y acostarlos.

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