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CincoSentidos

Las mentes que buscaron la lógica a la Bolsa y... fallaron

Los repetidos intentos de modelizar los mercados han chocado siempre contra la realidad.

La historia de Wall Street está plagada de matemáticos, economistas y hasta psicólogos en busca de la lógica del mercado. Como antes de 1929, los que más seguros estaban de que la Bolsa se comportaba de forma razonable son los que más se han retractado. Desde Irving Fisher hasta Hyman Minsky, el libro The Myth of the Rational Market (El mito del mercado racional, Harper Business, precio de portada 20 euros) del periodista Justin Fox repasa los sucesivos intentos por modelizar la evolución de la economía financiera.

El mito consiste, en palabras del autor, en la creencia de que se puede confiar en que los mercados financieros hagan lo correcto. Lo que Fox, columnista de la revista Time, llama Teoría del mercado racional es la conocida como Hipótesis del mercado eficiente, formulada en 1960 por el profesor de la Universidad de Chicago Eugene Fama, que en los años noventa escribiría junto a Kenneth French que los hechos no apoyaban su teoría original.

Fox explica que fue aceptada casi unánimemente porque los hechos parecían apoyarla. Por ejemplo, en los sesenta los académicos argumentaban que los gestores estrella de fondos de inversión batían al mercado sólo a base de tomar riesgos disparatados, que acabarían por volvérseles en contra. Y así ocurrió, un par de años des después. "Además, la teoría ofrecía respuestas claras a muchas preguntas, algunas de ellas correctas."

El libro, que no está traducido al castellano, es un recorrido por una cincuentena de personajes que creían haber descubierto la piedra filosofal. El primero de ellos es Irving Fisher, el profesor de Economía de Yale que antes del crac de 1929 aseguraba que el precio de las acciones estaba en una "meseta permanente". Al menos seguía sus propios consejos, puesto que perdió toda su fortuna en la debacle. Fisher era, a la vez, el teórico más respetado de su tiempo, un adelantado, al introducir el estudio de los datos y aplicar la teoría de la probabilidad para contrarrestar la incertidumbre del mercado.

Contemporáneo a Fisher, el francés Louis Bachelier escribió que los movimientos a corto plazo del mercado financiero debían ser aleatorios, y que el inversor medio no puede batir al mercado, porque es el mercado.

El matemático húngaro John von Neumann, que colaboró en diseñar la bomba atómica y en inventar la computadora, creía que hasta el póquer se podía jugar con fórmulas. Hacer jugadas con un cierto azar planificado impedía al oponente percibir una pauta de comportamiento; su aplicación económica la desarrolló en Theory of Games and Economic Behaviour (1944), coescrito con Oskar Morgenstern. Von Neumann iba en silla de ruedas por los pasillos de Washington, e inspiró al personaje del doctor Strangelove de la película Teléfono rojo: Volamos hacia Moscú, de Stanley Kubrick). Entre los que discutían el paradigma racional destaca Hyman Minsky, que trabajaba en la idea de que la estabilidad engendra inestabilidad. En 1978 escribía que "los negocios practicarán una mezcla de finanzas especulativas y Ponzi, y los bancos la aceptarán".

Sobre el futuro, Justin Fox advierte escépticamente: "Tendremos un largo periodo de reflexión y relativa sobriedad, y entonces cometeremos los mismos errores, o al menos similares, dentro de unos 50 años".

Ante la duda, las comisiones más bajas

Las soluciones mágicas no existen. El mercado es imperfecto, pero hay que vivir con ello; lo importante es conocerlo. El periodista Justin Fox cree que los mercados financieros tiene múltiples virtudes, pero que la racionalidad no es una de ellas, y "creer en que siempre van a hacer las cosas bien es muy peligroso". Justo lo que, a su juicio, han hecho los reguladores y los operadores del mercado en las dos últimas décadas: basarlo todo en que los precios del mercado eran correctos. "El pensamiento era: si los mercados dicen una cosa, ¿quién era el presidente de la Reserva Federal o un consejero delegado de un banco para decir que estaban equivocados?"La crisis fue más grave, entre otras cosas, porque los derivados y otros productos más complejos no estaban tan controlados como los productos clásicos, ni tenían similares planes de contingencia. "Cuando llegó una gran adversidad en verano de 2007, muchos de estos mercados pararon de funcionar enteramente".A medida que escribía el libro, Fox iba llenando su cartera de inversión de fondos sobre índices, y no porque creyera que nadie puede sacarles ventaja, sino por una razón mucho más prosaica: son los que cobran comisiones más bajas. "El mercado no es racional, pero yo tampoco". Una última lección práctica: las acciones son una inversión a largo plazo mucho mejor cuando están baratas que cuando están caras.

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