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CincoSentidos

Cuando ellas ganan más dinero que ellos

Cuando ellas ganan más dinero que ellos
Cuando ellas ganan más dinero que ellos

En la serie de TVE ambientada en lo años 70, Cuéntame cómo pasó, el personaje interpretado por Imanol Arias, Antonio Alcántara, observa con desazón como su mujer triunfa en el mundo de los negocios mientras él malvive como ordenanza en un ministerio. Derrotado y cabizbajo se le ve en el bar, donde sus amigos lo miran con compasión y alivio por no ser ellos los que sufren semejante ultraje.

En la España de hoy aún queda mucho de ese Antonio Alcántara en blanco y negro. Si bien es cierto que cada vez es más habitual que sean ellas las que aporten más dinero a la causa común del hogar, las parejas en las que se da esa circunstancia suelen esconderlo y utilizan estrategias para ocultar esa diferencia de ingresos ante propios y extraños. Es la manera de evitar que el hombre pierda 'una de las bases de su masculinidad, la preeminencia económica', explica Sandra Dema, doctora en estudios de la mujer por la Universidad de Oviedo y autora del libro Una pareja, dos salarios.

A través de entrevistas personalizadas, Dema ha intentado responder a la pregunta de si el hecho de que ambos miembros de la pareja trabajen y ganen su propio dinero genera una situación doméstica igualitaria. La respuesta es no. Incluso en aquellas parejas en las que las mujeres ganan más, ello no se traduce en un mayor poder de decisión de la mujer.

Cuando el hombre gestiona el dinero familiar, se asumen más deudas

Según esta experta, perviven tres modelos de pareja. La tradicional, en la que la responsabilidad de la casa recae en la mujer. La que mantiene un ideal igualitaria, pero que en la realidad perpetua los roles tradicionales, y que es la mayoritaria. Y la que, además de compartir un ideal igualitario, lo cumple.

La cuestión de fondo que se aborda en el estudio es la diferente concepción que ambos sexos dan al dinero. Mientras que para los hombres es un instrumento que legitima su poder dentro de la relación, para las mujeres obtener más dinero es la forma de ganar autonomía. Ahora bien, esta autonomía está limitada, pues las mujeres, a diferencia de la mayoría de hombres, anteponen el bienestar familiar a sus gastos individuales.

Los hombres, incluso aquellos que ganan menos que sus parejas, 'no reducen sus gastos personales y se sientes con derecho de poseer el dinero que ganan sus esposas', explica Dema. En cambio, aquellas mujeres que ganan menos que sus compañeros 'restringen sus gastos personales y no se sienten legitimadas para gastar el dinero que, con frecuencia, no consideran propio'

El libro de Dema podría incluir en la portada un aviso del estilo, 'este libro puede dañar seriamente el amor propio de los varones', pues en él, el hombre no sólo contribuye a la perpetuación de la 'ideología tradicional sexista', sino que aparece como un mal gestor de la economía familiar y falto de habilidad para las tareas domésticas.

'Las mujeres utilizan el dinero de forma muy cuidadosa, se autocontrolan, consiguen vivir con lo menos posible y cuando tienen la responsabilidad de la gestión del dinero familiar son muy comedidas', se lee en el informe. En cambio, cuando es el hombre el que gestiona el dinero se asumen con mayor facilidad inversiones que generan endeudamiento.

Por otra parte, para que el hombre mantenga su estatus dentro de la pareja, cuando las mujeres ganan más suelen destinar más dinero al hogar, pero en bienes menos visibles, como los gastos cotidianos. En cambio, el hombre utiliza su dinero en bienes que le otorgan un mayor peso aparente, como es la hipoteca. Así, a pesar de que el hombre puede cobrar menos mantiene un falso rol de principal proveedor de la economía familiar. Una circunstancia que, según Capitolina Díaz, directora de la Unidad de Mujer y Ciencia, se observa incluso en pequeños detalles, como el hecho de que el hombre a menudo siga pagando en los restaurantes, algo que revela la voluntad de aparentar que el varón sigue siendo el principal proveedor económico.

El informe se adentra también en la relación entre el salario de los cónyuges y su dedicación en las tareas del hogar. Así, muestra que aquellas mujeres que ganan menos, suplen esa diferencia asumiendo el cuidado del hogar. Pero lo curioso es que lo mismo sucede en aquellas que ganan más. Según Sandra Dema, lo hacen para no menoscabar, aún más, la maltrecha masculinidad de los varones.

La lucha de clases pervive en las parejas de Suecia

El libro de Sandra Dema forma parte de un trabajo más completo que saldrá dentro de dos meses en inglés, titulado Modern Couple. Sharing Money, sharing life, y que compara parejas estadounidenses, suecas y españolas.Las principal curiosidad, es que en Suecia -el país europeo con un Estado del Bienestar más desarrollado- las parejas tienen tres cuentas corrientes. La del hombre, la de la mujer y una común. La cuantía que aporta cada miembro a la economía familiar está determinada por ley y es proporcional al salario de cada cónyuge. En España, a pesar de que también es habitual mantener varias cuentas corrientes, la tendencia es más comunitaria y hay menos separación entre el dinero de cada uno. Incluso, explicó Capitolina Díaz, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia, en Suecia, cada miembro de la pareja puede vivir a un ritmo distinto dependiendo de su salario. Una suerte de reproducción de lucha de clases dentro de la pareja.En España no se da esta desigualdad formal, aunque según Dema, el hombre tiende a sentirse más legitimado para coger el dinero de su cuenta y gastárselo en caprichos personales. La mujer antepone a la familia.

El hecho diferencial catalán

La mayoría de parejas españolas comparten los ingresos de cada uno. Según Demo, pretender separar el dinero se entiende como 'una vulneración a la confianza'. La excepción en eso es Cataluña, donde tienen muy claro que el amor es una cosa y la cartera otra.La peculiaridad catalana viene de lejos. El derecho civil catalán tiene la peculiaridad de que, si la pareja no dice lo contrario, se establece por defecto la separación de bienes entre los cónyuges en el momento de casarse.

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