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Bernhard Bueb

'La educación debe oscilar entre el cariño y la disciplina'

El autor de Elogio de la disciplina habla de una generación de padres permisivos que está criando a una generación de hijos consentidos en Europa. Frente ello, Bueb propone disciplina. El objetivo: rebatir el 'yo, todo y ¡ya!' que preconizan muchos jóvenes europeos

Yo. Todo. ¡Y ya!'. Según Bernhard Bueb, el profesor más severo de Alemania, como le apoda la prensa de su país, muchos jóvenes viven según esta máxima, es decir, 'contemplando el mundo como un supermercado infinito'. El autor del bestseller Elogio de la disciplina (que ha sido publicado en España por Ediciones CEAC) afirma que su experiencia durante 30 años como director del internado de elite alemán SchloæYuml; Salem -donde impuso pruebas de control de alcohol y drogas entre los estudiantes- le ha demostrado que la disciplina es la clave de la suerte en la vida.

El secreto de la educación para este experimentado pedagogo de 69 años, que estudió filosofía y teología católica y se ha convertido en el mayor crítico del sistema educativo alemán, está en la imposición de límites. 'Los niños deben aprender a renunciar, a compartir, a reconocer la autoridad y manejar la frustración', dice. Sus tesis despiertan en Alemania reservas, donde conceptos como obediencia y autoridad remiten todavía a la cultura pedagógica nacionalsocialista. 'Educar sin autoridad equivale a no educar; por lo que no existe una educación antiautoritaria. Tanto padres como profesores y educadores deben imponer disciplina para que los chicos aprendan autodisciplina', señala.

¿No estamos educando bien a nuestros hijos en Europa?

Las mayores amenazas para la educación de los niños europeos son el bienestar, los medios (televisión e internet) y la desintegración familiar. El bienestar genera inercia, permisividad y consentimiento; la industria del entretenimiento provoca pasividad y les transmite a una edad demasiado temprana la violencia, la sexualidad y el materialismo de los adultos; y la disolución de las familias no permite a los padres educar a sus hijos. La única respuesta a ello es volver a la educación severa para protegerles de todos estos riesgos y al mismo tiempo hacerles fuertes para poder enfrentarse a ellos.

¿Qué debemos enseñar a los hijos y cómo?

A los niños les falta orientación y guía. Se les imponen pocos límites. También faltan iniciativas sociales y organismos -asociaciones municipales, deportivas, religiosas o musicales- donde puedan aprender y desarrollarse, también en su compromiso social. Les deberíamos brindar actividades extraescolares, campamentos y colonias en los que bajo la supervisión de los adultos ganen confianza en sí mismos y en el mundo, y aprendan que la suerte es siempre el resultado de un esfuerzo y que no cae del cielo.

Los padres y madres andan desbordados por el trabajo. ¿Cómo pueden transmitir disciplina en el margen de tiempo que les queda?

La falta de tiempo para educar es uno de los mayores males de la actualidad y el peor enemigo de la disciplina. Los padres deben tomarse tiempo y, si no lo tienen, deberían poner a sus hijos en centros educativos en los que aprendan disciplina. La disciplina es el fundamento de nuestra cultura. Los niños que crecen y son educados con el apoyo de organismos y asociaciones que operan con objetivos, estructuras y límites claros pueden disponer dentro de ellos de mucha libertad. El eje de la vida cotidiana de los chicos debe ser el trabajo en común, el deporte, el teatro, la música y las actividades en la naturaleza.

En la educación autoritaria, ¿no surgen miedos, autolimitaciones que pueden perdurar para siempre?

La educación oscila siempre entre el cariño y la disciplina, la confianza y el control. El arte de educar consiste en encontrar el punto medio. Tanto padres como profesores deben esforzarse diariamente para alcanzarlo. No existe una protección frente al abuso de la autoridad, pero no podemos prescindir de la disciplina en la educación porque haya padres o profesores que la utilicen como un fin en sí mismo. Debemos controlar mejor a los educadores.

¿Cuál es para usted la clave del éxito que garantiza, en lo posible, el futuro de lo hijos?

El principal objetivo de la educación es darles seguridad en sí mismos para que puedan emprender su camino con independencia. Eso lo conseguimos armándoles contra los riesgos del bienestar y los medios. ¿Cómo? Dándoles mucho cariño; y con tiempo, humor y disciplina. Los niños necesitan adultos que no eludan responsabilidades y quieran ser modelos de referencia.

El 'profesor severo' contra los dogmas de mayo del 68

No hay una figura más polémica en el mundo de la educación que él. O le aplauden llamándolo 'el profesor más severo de Alemania' (los medios de comunicación escrita, Bild, Frankfurter Allgemeine Zeitung y Spiegel), o le tildan de 'nuevo catastrofista' (círculo universitario, prensa intelectual y parte del profesorado). 'Con su Elogio de la disciplina pretende exorcizar de las aulas alemanas el espíritu maligno de la revolución del 68', afirma el escritor alemán Matthias Altenburg en el sesudo semanario Die Zeit.Sobre todo, se le critica la proximidad de su tesis al ideal pedagógico de la extrema derecha, 'al cuestionar el modelo de sociedad liberal y proclamar dogmáticamente un concepto autoritario del mundo', afirma la profesora Sabine Andresen, de la Universidad de Bielefeld. 'Usted se refiere a principios pedagógicos de los años cincuenta y hace propuestas para un mundo que ya no existe, ni existirá', le reprocha Altenburg.En Elogio de la Disciplina, Bueb reclama severidad y el reconocimiento sin reservas de la autoridad y la disciplina:'Educar significa mandar y quien manda espera obediencia', recuerda este pedagogo.Para Bernhard Bueb, demasiadas libertades son contraproducentes, incluso para adquirir libertad, pues ésta es una cualidad que requiere primero mucha disciplina. Y hasta que los niños adquieran autodisciplina, se les debe imponer límites con normas y castigos cuando éstas se transgreden. Y ¿los padres? En Alemania, muy desorientados. Lo demuestran los más de mil títulos de autoayuda y el incremento de consultas a los expertos (del 50% en los últimos diez años). Cinco millones de espectadores siguen los consejos de la Supernanny. Y el 20% de los niños alemanes entre 3 y 6 años tienen problemas de comportamiento.

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