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Amenazas nuevas sobre Europa

El cambio climático puede perjudicar seriamente la salud

Mientras la cita de Copenhague debate sobre el calentamiento global, el fenómeno expande losproblemas sanitarios.

Hace unas semanas, Grecia se despertó con un brote de malaria autóctona, no importada. Un caso todavía en estudio y no público. Una enfermedad ajena a cualquier país europeo.Un par de años antes, Italia conocía que un pueblo de Emilia Romaña padecía el chikungunya, patología típicamente africana, y se había extendido en varias decenas de sus vecinos por culpa de losmosquitos. Son dos ejemplos de las modificaciones que el cambio climático puede provocar en la salud humana. Desde la semana pasada y hasta mañana, expertos y políticos de todo el mundo debaten en Copenhague las medidas que la humanidad puede tomar contra el cambio climático.

La ciudadanía conoce, y se preocupa, por los efectos en el planeta del calentamiento global, 0,6 grados desde 1975 y entre 2 y 3 grados estimados para el siglo XXI, según la ONU. Pero es más desconocida la huella en la salud hoy y a largo plazo. Enfermedades que hasta ahora sólo se daban en lugares calurosos o tropicales se expanden hacia otras zonas según sube la temperatura debido a insectos, como el mosquito Anopheles, causante de la malaria, en el caso de los infectados griegos. El suceso italiano del chikungunya ejemplifica para los expertos el impacto. Antoni Trilla, epidemiólogo delHospital Clínic de Barcelona, explica que un vecino de la ciudad de Rávena volvió contagiado de un viaje a un lugar tropical. Hasta ahí todo normal y frecuente.

Lo anormal fue que en su pueblo viviese el mosquito Aedes, un transmisor de virus que se da en África y otras zonas calurosas. Este insecto picó al contagiado y propagó la patología a 150 personas. En gran parte de la cuenca norte del Mediterráneo, afirma Trilla, hay también un habitante foráneo cada vez más común en ciudades como Barcelona: el conocido como mosquito tigre, de la familia Aedes, vector del dengue y de la fiebre amarilla. "En la actualidad, la malaria está confinada fundamentalmente en regiones tropicales y subtropicales.

Un aumento de la temperatura o las precipitaciones asociado a El Niño puede incrementar la transmisión de la enfermedad", alerta la OMS en un extenso informe denominado Cambio climático y salud. La transmisión de enfermedades infecciosas se ve favorecida por otro de los impactos de los gases de efecto invernadero: los episodios climáticos extremos, tanto las olas de calor, de frío o las precipitaciones, que suman a la lista otras patologías.

El aumento de inundaciones, en lugares donde la red de saneamiento es deficiente, contribuye a precipitar epidemias de fiebre tifoidea, diarreas y cólera. Las sequías -que se acompañan de epidemias demeningitis en África, según publica el médico Eugenio Calciati (especialista en salud pública)- y la escasez de agua potable ponen en peligro la salud y la higiene, con el consiguiente aumento de enfermedades diarreicas, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además causa la contaminación del agua, "que sirve de criadero de mosquitos, que son vectores de enfermedades debilitantes como el paludismo y el dengue", augura este organismo. Salmonelosis, contaminación de alimentos por insectos o aumento de bacterias en aguas cada vez más cálidas son otros de los fenómenos asociados al aumento de las temperaturas. Los expertos señalan que serán las zonas empobrecidas de África, Asia y Latinoamérica quienes más sufran los efectos climáticos, debido a las deficiencias sociosanitarias.

"En Europa somos unos privilegiados, en todos los sentidos, por el acceso a los sistemas de salud. Aquí algunos de los efectos son muy poco probables y mucho más controlables", reconoce Trilla. SegúnGoldman Sachs, los desastres naturales provocados por el cambio climático se han multiplicado, llegando a casi 4.000 en la última década, frente a los 3.000 en los noventa o algo menos de 2.000 en los ochenta. Respecto a las catástrofes, Europa y el resto de las zonas más desarrolladas no se libran. La última gran ola de calor en el viejo continente, en 2003, provocó 70.000 muertes.

"Esto no es una película de catástrofes con final feliz, es algo real", manifestaba el profesor Antony Costello en la presentacióndeun informe en la revistamédica The Lancet. "No será algo que percibamos en un futuro lejano, sino durante nuestras vidas y, definitivamente, en las vidas de nuestros hijos y nietos", añadía. Los autores del estudio se refieren al calor como el "asesino silencioso", que provoca muertes registradas en Europa, pero innumerables y sin contabilizar en el TercerMundo. "La pérdida de años de vida saludable como consecuencia de un cambio medioambiental global será 500 veces mayor en África que en las naciones europeas, pese a que los países africanos contribuyen poco al calentamiento global", denuncia el informe.

Europa también sufre otra consecuencia no deseada. Las emisiones de gases de efectos invernadero -una concentración de CO2 de un 30% en los dos últimos siglos, según la OMS- "tienen un efecto directo en la calidad del aire, que se agrava, ya que al reducirse los periodos de lluvia, la atmósfera cada vez se limpia menos", explica Pablo Tejedo, profesor de Biología del IE Business School.

En España, este ecólogo añade los efectos del polvo sahariano, "que antes era muy difícil que llegase a la Península, pero que avanza hacia el norte con la desertificación y expande enfermedades como la bronquitis". Asma, alergias y enfermedades cardiacas y pulmonares se reproducen en los países occidentales.

Melanomas

La reducción de la capa de ozono provoca el aumento de la radiación ultravioleta, un 10% más en 2020 respecto a los ochenta, lo que aparte de problemas respiratorios, conllevará la proliferación de cáncer de piel y problemas oculares como cataratas.

"Las enfermedades pulmonares van al alza y en el caso de los melanomas se está convirtiendo en una verdadera epidemia", opina Trilla. El experto enmedicina preventiva José Carlos Quintas, del Hospital General de Lugo, reconoce que, ante los negacionistas del cambio climático, "todavía hay bastantes interrogantes científicas sobre lo que puede afectar a la salud, ya que gran parte de estas investigaciones son muy incipientes".

"Pero es cierto que ya empieza a ser una realidad", añade. "Los efectos están provocados por el hombre, somos los que más influimos en el cambio climático, por lo que sí puede haber medidas de prevención", recalca Quintas. Si las emisiones de CO2 son las principales responsables, la OMS recomienda cuestiones tan básicas como la reducción del transporte privado y el aumento de la actividad física. "La respuesta no sólo debe ser individual o de la comunidad científica, sino de los Gobiernos y de la ciudadanía", cree Quintas.

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