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Entorno

La ciudad verde gana músculo

Las urbes reman a favor de la calidad de vida y el respeto ambiental en su pugna por ganar competitividad y pulir su imagen de marca.

La ciudad verde gana músculo
La ciudad verde gana músculoCINCO DÍAS

El lema better city, better life, elegido por China para la celebración de la Exposición Universal en 2010, marca muy bien el momento que está viviendo el debate urbano en todo el mundo. El planeta se vuelve de asfalto y el valor añadido de la ciudad como motor de crecimiento económico y atracción de capital humano y tejido empresarial depende ya hoy de entornos pensados en clave sostenible.

En plena globalización, la batalla por atraer inversiones, eventos internacionales, talento, innovación y sedes empresariales ya no es entre países, sino entre ciudades. Y esta marca urbana tiene más posibilidades de competir si su sello evoluciona desde una lógica de estricto crecimiento económico a corto plazo a una visión de cohesión social y valores más verdes.

Esta filosofía sostenible al alza es además la principal baza de las urbes europeas para ganar valor añadido y frenar el ímpetu de megalópolis en los países emergentes, que desde hace unos años absorben el grueso de inversiones y del flujo de capitales, por sus mínimos e imbatibles costes. "La creciente atención de los inversores de países emergentes en Europa tiene mucho que ver con el desarrollo de sectores ambientales", explica Gustavo García Capó, socio consultor del sector público de Deloitte.

Los expertos auguran que cuando la explosión de crecimiento económico de dos dígitos que registran países como China empiece su curva descendente, la sostenibilidad será una baza capital. "Recuperar el papel protagonista en la configuración de la ciudad sin duda hará que tengamos urbes más atractivas para las personas y para las empresas. Solo hay que mirar la forma en que las empresas se venden en internet para reconocer que los condicionantes de la ciudad y la región donde se instalan son fundamentales en las decisiones de localización empresarial", explica Francisco Juan Martínez, director de la cátedra de Municipios Sostenibles de la Universidad Politécnica de Valencia.

Esta cátedra es pionera en España y se creó en mayo de 2010 para promover el desarrollo de políticas sostenibles en la comunidad y favorecer el flujo de conocimiento entre la universidad y la política. El caso de Valencia destaca en el panorama de urbes que quieren transformarse y entrar en la competición global de ciudades que atraen inversiones por su entorno y óptima calidad de vida. La ciudad se ha rodeado de un anillo verde y ha hecho de su oferta deportiva su sello de diferenciación. En Europa, Copenhague ha convertido los valores sostenibles en su razón de ser, y Estocolmo, que ostentó el título de Capital Verde Europea en 2010, es la más verde y competitiva en Europa.

La movilidad será la clave de esta transformación hacia entornos urbanos más sostenibles y competitivos. "Históricamente, los episodios que más han transformado la ciudad han estado impulsados por cambios en la movilidad, como el ferrocarril y el coche, y ahora esto se está cuestionando", añade Martínez. En esa reflexión sobre el modelo de movilidad en la ciudad del futuro entra un nuevo modo de utilizar el coche, ya no tanto asociado a la propiedad como al uso.

Esto significa nuevas fórmulas, como el sistema de car-sharing, que prevé el alquiler de un vehículo por minutos, sin necesidad de reserva y con una red de aparcamientos que permite disponer de un coche en múltiples puntos de la ciudad. Suiza lidera este mercado que funciona desde hace una década y en el que participan países europeos como Alemania. En España se trata de una fórmula aún balbuceante, pero donde están surgiendo cada vez más iniciativas de este tipo.

En el modelo de ciudad más competitiva la cuestión del tamaño también es importante. Ya son muchas las voces que defienden un tipo de urbe media, más cercana a las necesidades de sus ciudadanos. "El modelo que más ha estado presionando en las últimas décadas ha sido el americano, articulado en torno a urbanizaciones anodinas y a los grandes centros comerciales, en detrimento de los espacios públicos y el abandono de la ciudad central", explica Francisco Juan Martínez.

Pero de lo que se trata es de facilitar la vida a los urbanitas, por lo que se impone "el respeto e integración del paisaje, el desarrollo de áreas urbanas coherentes en términos de dotaciones, densidades, infraestructuras, espacios verdes, libres y públicos", añade este experto.

Para Luis Álvarez, director general de la asociación de edificación sostenible Green Building Spain, "el sistema de producción está cada vez más en las ciudades, de forma que ahí está la clave para ser competitivos".

Repsol se instala en el centro de Madrid

Mientras el grueso de las empresas mudan sus sedes hacia las afueras de las ciudades, Repsol mira hacia el centro. La petrolera está construyendo su sede en la zona de Méndez Álvaro, en pleno centro de Madrid. La compañía da así la espalda al estricto criterio del ahorro de costes generalizado que ha impuesto en los últimos años el éxodo de los núcleos empresariales hacia la periferia.El de Méndez Álvaro es un megacampus empresarial que quiere combinar funcionalidad y ahorro. El arquitecto Rafael de la Hoz está detrás del proyecto, cuyo diseño agrupa en un espacio único común a los empleados que actualmente ocupan 12 edificios del centro de Madrid.El nuevo espacio exhala vida común, en medio de un enorme patio ajardinado y multitud de espacios compartidos. El Proyecto Campus estará compuesto por cuatro edificios de cinco plantas, conectados entre sí en forma de cuadrilátero y un patio central ajardinado.El proyecto prevé la instalación de 1.700 metros cuadrados de paneles solares fotovoltaicos, y el sistema de iluminación se orientará a obtener el máximo ahorro energético. Todos los materiales utilizados serán reciclables y renovables.La constructora Sacyr Vallehermoso ha sido la adjudicataria del proyecto, de un coste total de 127 millones de euros.

Valor añadido

La de las ciudades es una batalla al ritmo de la globalización para hacerse con parte de la tarta del turismo, de las inversiones nacionales y extranjeras, de la innovación y de sedes empresariales. A esta pugna se han sumado los países emergentes. En este contexto, la baza para Europa es apostar por el valor añadido que ofrece el desarrollo sostenible.

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