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Empleo y Directivos

La alta dirección, muy segura de su puesto de trabajo

Optimistas, confían en la seguridad de su empleo, pero sienten que en sus empresas no disponen de tanta libertad para tomar decisiones debido a la delicada situación económica.

Su puesto de trabajo no peligra, al menos eso creen ellos. La crisis les afecta, pero menos que al resto de los españoles, y apenas influye en su ritmo de vida, por ejemplo, el consumo. De todo ello se deduce la gran seguridad que muestran los directivos, a pesar de las dificultades económicas y al delicado momento que viven las empresas españolas. Son las compañías de mayor tamaño y las más dinámicas las que propician un mayor optimismo frente a la crisis. Y es fundamental que la alta dirección, así lo cree la mayoría, sienta que posee suficiente margen de maniobra como para mejorar los resultados de su empresa.

Quizá, como afirma Gonzalo Martínez de Miguel, director del Instituto de Formación Avanzada (Infova), todo este optimismo sea fruto de una reflexión práctica: los ejecutivos tienen los sueldos más altos de sus empresas, son los últimos en ser despedidos, entre otras razones porque tienden a ocupar posiciones relevantes dentro de la organización y, además, es muy caro prescindir de ellos. Si se diera la circunstancia y se vieran en la calle, señala Martínez de Miguel, la indemnización y el paro correspondiente es una cobertura suficiente para aguantar unos meses o incluso años antes de encontrar un empleo. Pero también, añade a esta reflexión Iñaki de Miguel, director del Observatorio de Comportamiento Humano en la Empresa (OCHE), las grandes empresas en España están obteniendo "sorprendentes beneficios económicos, incluso en mitad de la crisis más grave que ha vivido la economía mundial". Esta realidad favorece la percepción de muchos directivos de que no hay tanto riesgo objetivo en sus puestos de trabajo.

Todas estas conclusiones se extraen del análisis El modo de pensar de los directivos. España 2009-2010, realizado por Infova y OCHE, tras recabar la opinión de 800 ejecutivos que respondieron a un cuestionario sobre sus estilos de dirección, su modo de entender la empresa y las relaciones que se generan dentro de ella, y que ahora se ha plasmado en un libro.

Según De Miguel, el estado de ánimo y la mirada sobre la realidad vienen muy marcados por la situación particular que el directivo está viviendo. Una explicación del optimismo directivo, según Gonzalo Martínez de Miguel, puede deberse a que "las empresas tienden a promocionar a los profesionales más vitalistas, más positivos, con más energía". Sin duda, agrega, los perfiles más apagados también prosperan en la empresa, pero en menor medida. Por otro lado, los directivos que son conscientes de ser un ejemplo para sus colaboradores incorporan el optimismo a su forma de ser, ya que es una manera de solicitar esa actitud a sus colaboradores.

Sin embargo, mantiene este consultor, el estudio da indicios claros de falta de consistencia ante la dificultad. "Es probable que a medida que la situación de dificultad se mantenga en el tiempo, muchos directivos se derrumben emocionalmente y pasen del optimismo a la depresión", afirma Martínez de Miguel, quien sostiene que con una economía en crecimiento, los directivos se pueden mover con facilidad de una compañía a otra, o de un departamento a otro.

En la situación actual, a las empresas les sobran directivos y hay pocas posibilidades iniciales de cambio, prosigue. En cualquier caso, los buenos directivos, los que marcan la diferencia, son escasos y siempre pueden elegir dónde quieren trabajar.

La relación de los directivos con el proceso de toma de decisiones es importante, ya que la sensación de libertad para este cometido aparece en primera posición entre los motivos por los que permanecer en una empresa. La mayoría no trabajaría en una compañía en la que no tuviera libertad para decidir. Porque la toma de decisiones, dice Iñaki de Miguel, está en la esencia de la función directiva y, si algo caracteriza a los profesionales más destacados dentro de una organización, es precisamente su capacidad para decidir de manera relevante. Cuanto más cerca está un profesional del vértice de la pirámide, esto es, de la estrategia de la compañía, más decisiones no programadas toma. Por el contrario, la base operativa de la empresa tiende a tomar casi exclusivamente decisiones ya calculadas.

Y dentro de esta toma de decisiones tiene que haber cabida para el error. Con ello cuenta el 72% de los directivos españoles, que dicen sentirse autorizados a equivocarse para un proceso tan decisivo como la creatividad. Por el contrario, en las empresas donde el error se penaliza, los ejecutivos se agarran a las soluciones que ya han demostrado que funcionan aceptablemente. El difícil momento económico que se está viviendo es el que parece cortar las alas a los ejecutivos, y los procesos que deben implementar en los equipos ya vienen prefijados y con poco margen para la creatividad. Así, un director de una sucursal de una caja de ahorros afirma que "hemos pasado a una cultura de choque en la que los directivos tenemos menos capacidades de decisión, todo nos viene dado". Esta sensación de frustración proviene de instancias superiores y se transmite a los colaboradores del equipo.

Otra responsable de una auditoría opina que anteriormente "los entornos se movían con más lentitud, eran más abarcables, y ahora hay que aprender a asumir entornos de incertidumbre". Esta ejecutiva dice que ahora hay cada vez más grises, especialmente en multinacionales.

Porque, hoy día, hacer algo distinto a lo que se ha hecho tradicionalmente en la empresa conlleva un riesgo: que los resultados no sean los deseados. Si las empresas, en lugar de aplaudir y reconocer el atrevimiento, el ingenio y el inconformismo con las viejas soluciones, atienden exclusivamente a los resultados y penalizan el bajo rendimiento sin atender a otros criterios, los profesionales tienden a refugiarse en las posiciones y las soluciones seguras.

La ejecutiva de la auditora, con experiencia en lo que ella denomina marketing educativo, muestra su escepticismo ante lo sucedido: "Estoy leyendo manuales de 1991 sobre estrategia y toma de decisiones y me muero de risa viendo cómo muchas de las decisiones que se proponían como acertadas han demostrada ser erróneas. La empresa no es una ciencia exacta".

En el citado estudio, resulta significativo que casi la mitad de los encuestados no apoya la forma de tomar decisiones de sus superiores. "No cuestionan el qué, sino el cómo; desaprueban la manera en que sus jefes toman las decisiones y no valoran su forma de liderar", dice De Miguel. Un experto en comunicación de una multinacional señala que los profesionales "no toleramos fácilmente que nuestros jefes sean más flojos que nosotros, ya que además de estar muy preparados deben saber delegar y generar buen clima". Es curioso, pero los profesionales no cuestionan cómo se toman las decisiones cuando les permiten formar parte del proceso.

La motivación también juega un papel importante en el bienestar del directivo. Y sólo uno de cada cinco directivos considera que su nivel de motivación depende básicamente de ellos, frente a siete de cada diez que sí lo cree, repartido entre ellos mismos y la empresa.

El peligro de llamar al jefe

Jan Carlson, ex director ejecutivo de SAS (Scandinavian Airlines System), criticaba en su libro El momento de la verdad, la incapacidad de los directivos, a quienes llamaban durante el fin de semana a su superior. Con este llamamiento público, pretendía cambiar el hábito de sus colaboradores, que le atosigaban con llamadas telefónicas durante los periodos de descanso, con la excusa de consultarle diferentes cuestiones. La anécdota cobra más relevancia porque la relató hace 25 años, y el problema de las llamadas fuera del horario laboral sigue estando en vigor.De hecho, el 49% de los directivos consultados asegura que recibe llamadas profesionales en el teléfono móvil fuera de su horario laboral. Ese trabajo extra a través del teléfono móvil caracteriza sobre todo a los que viajan mucho, pero también a los que se sienten incómodos de pertenecer a la empresa. El uso frecuente de esta herramienta del móvil fuera del horario laboral se interpreta más bien como un motivo de estrés, de intensidad de trabajo.Pero esta tendencia también se eleva extraordinariamente en el grupo de los que no se siente dueños de su tiempo (64%). Ocurre lo contrario cuando se trata de aprovechar los trayectos en coche para hacer gestiones con el móvil: destaca en el grupo de los que sí se sienten dueños de su tiempo.Un tercio de los directivos realiza además parte de sus tareas desde casa, utilizando las nuevas tecnologías, pero tan sólo una cuarta parte opina que se rinde más mediante este sistema. Y sorprende que únicamente una de cada cinco empresas es partidaria del teletrabajo, si bien cuatro de cada diez ejecutivos son partidarios de potenciar este sistema.

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