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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Más dura será la caída del ladrillo

Hace poco tiempo, un amigo mío acompañó a unos inversores extranjeros a visitar una entidad financiera española. Su intención era comprar parte de la cartera inmobiliaria de la entidad. Mi amigo pensaba que iba a hacer un gran favor a sus colegas españoles. Era una buena ocasión para ayudarles a aligerar el lastre inmobiliario, y de hacerlo a un precio razonable, pues se había asegurado previamente de que la oferta no fuera abusiva.

Para sorpresa de los extranjeros -y de mi amigo-, los responsables de la entidad les dijeron, muy serios, que ellos no venderían nunca por debajo del valor de tasación que había establecido la propia entidad sobre dichos activos. Insisto: la valoración de la entidad, es decir, de esas que se hacían en la época de la burbuja para que el comprador de la vivienda se comprara de paso un Cayenne con el exceso sobre valor de tasación.

Por otra parte, leo que los particulares que tienen pisos en venta se resisten a vender con un descuento significativo, y que sólo lo hacen quienes están realmente necesitados. Y la conclusión es la misma, sean profesionales, instituciones o particulares: en España todavía nadie se acaba de creer que el ladrillo sí baja. Y mucho. Está tan incrustado en el subconsciente colectivo el mantra de que "el ladrillo nunca baja" que la mayoría sigue la política del avestruz. El ladrillo, ese modelazo de negocio que nos hemos dado, se ha convertido en un símbolo nacional que nada tiene que envidiar al toro de Osborne.

Pues es una pena, porque más dura será la caída. La de los precios inmobiliarios, me refiero. La anunciada subida del IVA ha generado un espejismo de compras que acabará como el de las ventas de automóviles, que se estabilizaron para luego caer a plomo. La tozuda realidad es que en España hay entre un millón y un millón y medio de viviendas a la venta y muy pocos compradores. Al final, los vendedores tirarán la toalla todos a la vez, amplificando así la bajada, como ocurre en las Bolsas. Así que para símbolos, mejor el del toro (y me refiero al de Osborne, no a las corridas), que podrá gustar más o menos, pero que no arruina a nadie.

Víctor Alvargonzález. Director general de Profim

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