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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El año en el que todo parece mentira

Madoff, de nombre Bernard, ha puesto una puntilla a un ejercicio 2008 que, a falta de sólo dos sesiones para que termine a efectos de mercado, se puede dar por cerrado. Aunque, visto lo visto, no sería descartable una sorpresa de colofón final al ejercicio que estrenó Kerviel y cerró Madoff. En 12 meses una galopante crisis que ha penetrado en las economías como un cuchillo en mantequilla caliente. Ni un astrólogo desquiciado se habría atrevido a pronosticar la velocidad del deterioro.

En cualquier caso, y más allá de la situación macro, 2008 deja un poso de desconfianza en el sistema financiero como nadie que trabaje dentro de éste recuerda. Antes de Kerviel los bancos habían pasado el invierno de 2007 confesando pecados en forma de activos que no valían lo que se pensaba. Con lo cual uno no se puede fiar de las entidades financieras, que ni saben lo que tienen en balance ni parecen controlar a sus empleados. AIG añadió nuevas bondades al modelo financiero que ha dominado desde los años 90 poco antes de que las autoridades quisiesen dar ejemplo con Lehman. Había hecho mal las cosas, luego debía caer. Y cayó, pero la multiplicación y reventa de riesgos que tantas comisiones generaba y tantos apartamentos en el Upper Manhattan financió había sembrado de minas el sistema bancario mundial. Y cuando hubo que, más o menos, nacionalizarlo se ha visto que el broker favorito de los inversores más sofisticados del mundo les había engañado con un tocomocho de andar por casa.

Todo parece mentira en este 2008. Si los mercados financieros eran, antes de 2007, una especie de oráculo divino ­una Universidad de EE UU pensó que crear un mercado de futuros sobre la captura de Bin Laden ayudaría contra el terrorismo­, ahora parecen una gran mentira. Y ni eran lo uno ni son lo otro. Eso sí, ha quedado claro que los mayores agentes desestabilizadores del capitalismo, los verdaderos saboteadores del orden establecido no son los jóvenes que se manifiestan por causas muchas veces legítimas y otras no tanto, sino los banqueros que olvidaron que su trabajo va más allá de cobrar bonus. Con la complacencia de unos poderes públicos que, en buena parte, asumieron como propios los cantos de sirena de quien no era sino parte interesada en ese capitalismo que Keynes definió como ¢la idea inverosímil de que los hombres más malvados haciendo las cosas más malvadas lograrán lo mejor para todos¢.

Nuño Rodrigo. Redactor jefe

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