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Ciencia&Salud

El Harvard español para la lucha contra el cáncer

El Hospital Vall d'Hebron y La Caixa ponen en marcha la primera unidad de terapia molecular oncológica, con fármacos a la carta

El Harvard español para la lucha contra el cáncer
El Harvard español para la lucha contra el cáncerStockphoto

Matar pájaros a cañonazos. En cierta medida se podría resumir así lo que la quimioterapia clásica ha realizado en el cáncer. Prueba y error repetidamente para comprobar si un fármaco funcionaba con el paciente. Pero el futuro de la oncología está cambiando y España quiere estar a la vanguardia. Se acerca la medicina personalizada, el fármaco a la carta para cada tipo de tumor. Y el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona se ha adelantado gracias al impulso del médico e investigador Josep Baselga.

A finales del pasado mes, el presidente de la Generalitat, José Montilla, inauguraba junto al presidente de La Caixa, Isidro Fainé, la Unidad de Investigación de Terapia Molecular del Cáncer-La Caixa, dirigida por el propio Baselga. La entidad catalana va a destinar siete millones de euros en cinco años, como una apuesta personal de Fainé a propuesta del científico.

Lo que Baselga ha querido trasladar a Barcelona es un modelo que en muy pocos centros del mundo se está realizando. Se trata de combinar la investigación molecular junto a los ensayos clínicos de nuevos fármacos para esos pacientes. Sólo Harvard, donde Baselga se ha trasladado este mes para comenzar a dirigir también la división de oncología del Massachusetts General Hospital, realiza este tipo de avances. MD Anderson, San Antonio Institute for Drug Development, el Dana-Farber Cancer Institute (todos en EE UU) o el Royal Mardsen de Londres se acercan a esta nueva forma de tratar el cáncer con ensayos de fármacos. Ahora Barcelona se pone a la delantera. Pero, ¿en qué consiste la terapia molecular? ¿Se puede aplicar ya para todos los enfermos? ¿Qué harán de nuevo en esta unidad?

"A los pacientes que llegan aquí ya les han fallado otros tratamientos", afirma el doctor Rodón

Entrar a la nueva unidad ya supone un cambio respecto al resto del hospital. Un departamento recién estrenado en la planta baja del centro, con aspecto de clínica privada y con logos de La Caixa como bienvenida, donde todavía se ultiman detalles en las instalaciones. Hasta allí, en apenas unos días, llegarán los pacientes previamente seleccionados para tomar sus tratamientos. En un 70% provendrán del propio Vall d'Hebron y el resto de otros centros, mayoritariamente catalanes (por la cercanía y el coste).

Lo que se hará con esos pacientes -previamente seleccionados para probar algún fármaco que se ajuste a su patología- será analizar el tumor que tengan mediante una secuenciación. Así se comprobarán las alteraciones de los genes. "Cogemos un tumor y miramos por qué es diferente de otro y al del paciente de al lado", explica José Tabernero, el jefe de oncología del hospital y mano derecha de Baselga. "Se comprueba qué alteraciones, unas seis o siete de media, pueden provocar que una célula pase de normal a tumoral", añade Jordi Rodón, coordinador clínico de la nueva unidad.

Pero este centro investigador aporta otra novedad. Una vez detectadas esas alteraciones (que un hospital común no realiza), se llevan a cabo ensayos clínicos con nuevos fármacos que están en la denominada fase I (la primera administración en humanos). Estos medicamentos son cedidos gratuitamente por los laboratorios que los desarrollan, porque quieren ver cómo evolucionan en los pacientes. Esa combinación de estudios tumorales, primero, y ensayos clínicos, después, es lo que pone a Vall d'Hebron a la vanguardia científica.

"Son medicamentos dirigidos al paciente, a la carta", asegura Tabernero. Desde que surgiera la quimioterapia con el gas mostaza tras la Segunda Guerra Mundial, explica, no se sabía muy bien por qué los principios activos funcionaban. Los médicos administran tratamientos a ciegas respecto a las mutaciones tumorales, que tienen éxito en un porcentaje limitado. Para los pacientes a los que no ha funcionado, se les puede volver a dar quimioterapia y así sucesivamente hasta reducir los casos insalvables. Pero con el nuevo modelo se busca aumentar la efectividad, al aplicar los fármacos según las mutaciones personales.

El desarrollo de estos medicamentos oncológicos es cada vez más gravoso para los laboratorios, por lo que su coste para el sistema público de salud podría encarecer el tratamiento. Algo que se debe relativizar según Tabernero: "Son más complejos y más caros, pero también mucho más efectivos".

La unidad trabaja con una plataforma de 250 mutaciones, explica Rodón, y alrededor de 300 pacientes al año, pero con las nuevas instalaciones y medios, quieren ampliar el número de enfermos a los que tratar.

"Los pacientes que llegan aquí tienen la enfermedad avanzada y ya les han fallado otros tratamientos", cuenta Rodón, quien subraya la dificultad de seleccionar a los enfermos para los ensayos, ya que la desesperación de muchos de ellos les lleva a contactar con el centro o bien recién diagnosticado el cáncer o bien cuando ya están desahuciados. Pero reconoce buenas noticias: "Hay resultados espectaculares en algunos pacientes".

Además, esta unidad se convierte en un ejemplo de la colaboración pública y privada. Gracias al Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO), una fundación pública dirigida por Baselga, la caja catalana ha hecho su inversión, donde trabajarán 35 personas (médicos, enfermeros o farmacéuticos) y colaborarán equipos multidisciplinarios. "Gracias a La Caixa hemos podido contratar a personal específico para la unidad, que se suma al personal de oncología del hospital", explica Tabernero. "Es una apuesta por la medicina personalizada del futuro, que cada tratamiento sea diferente", asegura Enric Banda, director de Ciencia, Investigación y Medio Ambiente de Fundación La Caixa. De momento es el comienzo, porque como explica el doctor Rodón, todavía no existe la tecnología para analizar cada tumor ni fármacos para acabar con las mutaciones.

Cócteles según el perfil genético

Uno de los retos a los que se enfrenta la terapia molecular es la aprobación de los fármacos en las respectivas agencias del medicamento. Hasta ahora, cualquier medicamento tiene que justificar para qué enfermedades se usa. "Pero por ejemplo, ya no se podría hablar de un fármaco para el cáncer de pulmón", explica Tabernero. En el futuro se luchará contra las mutaciones de genes, algo más complicado de protocolizar.Pero más se complica la situación si, dentro de estas terapias personalizadas, se opta por una combinación de diferentes moléculas para tratar al enfermo. "Se buscará para cada paciente el medicamento que mejor le funcione", explica este especialista. Según el doctor Rodón, el futuro llegará "con la combinación de fármacos, los cócteles dependiendo del perfil genético". "Exige un cambio en el mercado regulatorio", reclama Tabernero.Una de las ventajas que los oncólogos señalan sobre estos tratamientos es la reducción de la toxicidad y los efectos secundarios, pues hasta ahora, a todos los pacientes con la misma patología se les aplica el mismo principio activo."Es un cambio de años, esfuerzo y consorcios", cree Rodón, pues ante la combinación de moléculas experimentales de diferentes laboratorios se crean problemas. "¿De quién será el copyright?", se pregunta.

Claves

La nueva Unidad de Investigación de Terapia Molecular del Cáncer-La Caixa cuenta con 35 profesionales, un equipo multidisciplinar y 1.000 metros cuadrados de instalaciones para atender inicialmente a cerca de 300 pacientes.La Caixa ha invertido siete millones de euros para el primer departamento que ensayará con fármacos en fase I en tumores previamente secuenciados.

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