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Josep Baselga. Profesor de Harvard

"Estamos ante la punta del iceberg"

Curiosamente, cuando nace la nueva unidad de terapias moleculares en Barcelona, su principal impulsor, Josep Baselga (Barcelona, 1959), se traslada a vivir a Boston. Desde allí, en conversación telefónica, reconoce que no podía desaprovechar la oportunidad. Es el nuevo jefe de la división de oncología del Massachusetts General Hospital y profesor de Harvard. "Es el lugar del mundo donde se combina la mejor actividad docente, la investigación más puntera y están presentes las compañías de biotecnología más avanzadas en oncología. Es un reto extraordinario. Es posiblemente el mejor lugar del mundo para mi profesión y donde más facilidades existen para la investigación. Es como un paraíso", dice. "Pero yo sigo como director científico del VHIO y desde aquí pueden surgir oportunidades de colaboración entre las dos entidades". Su compromiso es el de trasladarse cada pocas semanas a la Ciudad Condal, aunque habla con su colaborador más cercano en Vall d'Hebron, José Tabernero, dos o tres veces al día.

Este médico, uno de los referentes mundiales del cáncer de mama, explica que empieza a haber "ejemplos claros" de identificación de las mutaciones de algunos tumores y las terapias personalizadas correspondientes: "Lo que antes era una excepción, ahora es una realidad muy dulce. Ya se están aplicando en muchos casos". "Existen 15 o 20 ejemplos de cosas que están funcionando. Es una realidad en los laboratorios de anatomía patológica de algunos hospitales", asegura, ya que se está empezando a realizar una descripción morfológica de los tumores. "Estamos ante la punta del iceberg". Aunque sólo algunas clínicas como la de Boston o Barcelona pueden secuenciar los tumores. Baselga explica que en un tumor pueden existir entre 6.000 y 20.000 mutaciones. "El gran reto es saber cuáles son las responsables del cáncer en cada caso, ya que algunas mutaciones son pasajeras".

A la pregunta de si no transmite a la sociedad (y a los afectados) un mensaje demasiado optimista, asegura que hay motivos: "No se aplica todavía a la mayoría de los pacientes, pero es hacia donde va este campo. Ahora mismo se beneficia un porcentaje limitado, pero es como cuando se presentó el primer coche eléctrico. Ya tenemos la capacidad de secuenciar las mutaciones más frecuentes en los cánceres que podemos tratar, es lo que se denomina la oncocarta".

Precisamente esta oncocarta y la complejidad de lanzar nuevos fármacos encarece su precio. "El desarrollo de hoy en día es una colaboración entre la industria y la academia", cuenta. "Serán medicamentos más caros, pero serán más eficaces. Ahora se dan tratamientos un poco a ciegas y son muy tóxicos. Y, además, son caros porque sólo tienen una efectividad del 20%. Lo que va a ocurrir es que en el futuro se aplicarán a un grupo reducido de personas, en las que se haya probado su efectividad, que se van a beneficiar de verdad".

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