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Ciencia & Salud

Alimentos a la carta según el genoma

El centro tecnológico Ainía investiga sobre futuros nutrientes saludables

Alimentos a la carta según el genoma
Alimentos a la carta según el genoma

Se parecerá a un filete, sabrá como un filete, pero no será un filete como tal, porque lo habremos reestructurado para aportarle algún valor". Ese es un ejemplo que pone Sebastián Subirats, director del centro tecnológico Ainía, sobre las tendencias en un futuro próximo de los alimentos que mejoren la salud, como los basados en la nutrigenómica.

Ainía es una asociación privada sin ánimo de lucro donde la industria agroalimentaria y los distribuidores de toda España buscan incorporar innovación tecnológica a sus productos y procesos. Están asociadas desde empresas como Coca-Cola, Danone, Nestlé, El Corte Inglés, Mercadona o Eroski, hasta pymes agrícolas y compañías de aditivos.

Estos alimentos son conocidos como funcionales o inteligentes, ya que aportan algún beneficio a la salud, mejorando la calidad de vida o luchando contra el envejecimiento. En los supermercados, el consumidor se ha acostumbrado a ciertos mensajes, como bajo en colesterol, con antioxidantes, con bífidus activo o con omega 3, por ejemplo. Son productos que han requerido una investigación previa y una adaptación industrial para fabricarlos a economía de escala. En todo el proceso de I+D, en los últimos años, ha estado este centro del Parque Tecnológico de Valencia, asegura su director.

La UE ha legislado para evitar los mensajes falsos

Lo que llegará en los próximos años será una alimentación personalizada. "La medicina molecular avanza, y se verifica lo que es bueno y malo en la comida para las personas. La nutrigenómica es la nutrición adecuada a cada genoma. Se empezará por colectivos como, por ejemplo, los diabéticos o en el campo de las alergias, y se avanzará hacia la individualizada", pronostica Subirats. "Esto proporcionará calidad de vida y alargará la existencia de las personas", añade. "Todos tenemos, en mayor o menor medida, déficits genómicos; si tuviéramos el genoma perfecto seríamos inmortales. Ahora empezamos a correlacionar genes con casos concretos", explica.

Incluso, como señala el estudio Nutrigenómica, alimentación y salud, de la Fundación Opti, en 2015 "proliferarán las empresas que ofrezcan consejos nutricionales y dietas en base a ensayos genéticos", en la medida que los análisis individualizados se abaraten.

David Tomás, director de bioensayos de Ainía, afirma que otra línea de investigación es comprobar cómo afecta una sustancia a una célula humana o de un mamífero. En el futuro llegarían aplicaciones con efectos antiinflamatorios, cardiovasculares, neuroprotectores o antitumorales. "Por ejemplo para ver el efecto antiinflamatorio de las naranjas combinadas con el kiwi", explica. Esta alimentación celular llegará a largo plazo. "En 2020 cada persona podría llevar su cultivo celular, para tener una nutrición personalizada, como en casos de alergia", predice Tomás.

Subirats explica que las empresas agroalimentarias y de distribución ponen mucho empeño en mejorar la seguridad alimentaria, donde Ainía también trabaja, pero hay algunas que van más allá e investigan con estos nutrientes personalizados: "Son compañías que están marcando el camino, buscando nuevos mercados, que necesitan innovar para recambiar productos. Y la alimentación se convierte en un modo de mejorar la salud y la calidad de vida de las personas".

Sin embargo, reconoce que al consumidor le han podido llegar mensajes falsos: "Siempre hay una parte de marketing, eso no es malo porque es un valor añadido del producto, pero debajo a veces no hay realidades". Para eso, la Unión Europea y el Ministerio de Sanidad han legislado para evitar los mensajes falsos sobre los beneficios de ciertos productos. "La regulación debe garantizar que los alimentos funcionales responden con pruebas a la publicidad que hacen. Tal vez haya un mensaje de saturación de omega 3 o de calcio, pero sin lugar a dudas el mercado sigue creciendo y crecerá aún con más especialidades y productos derivados", asevera.

En los últimos años, los lácteos han sido los que más valor añadido han incorporado reiteradamente. Pero no van a ser los únicos. En el contexto de las políticas públicas de reducir elementos como la sal, las grasas o los azúcares, avanza José Enrique Carreres, director de nuevos productos, hay tendencias que se van a ir imponiendo, como los fitoesteroles (similar al colesterol pero provenientes de plantas), antioxidantes para bebidas o ácido fólico para embarazadas. Los embutidos bajos en colesterol, por ejemplo, se irán extendiendo, ya que podrán llevar incorporados ciertos ingredientes beneficiosos.

Proyectos de Investigación

Desde los nutrientes de las algas a un 'digestor' in vitro Las líneas abiertas de investigación de Ainía sobre alimentación y salud son variadas. Con un presupuesto de 1,5 millones de euros y la colaboración de otros tres socios, este centro investiga por ejemplo con los azúcares de microalgas, que según sus estudios, pueden reforzar el sistema inmune.En 2012 termina esta iniciativa, que busca aplicaciones en productos como cacao, donde ya se ha probado, snacks, bebidas vegetales, salsas, arroces o aditivos, explica Merche Villa, directora del proyecto, denominado Inmugal.Para comprobar muchos de los efectos de sus estudios, Ainía ha desarrollado su propio digestor in vitro, un estómago y un intestino artificiales que simulan el funcionamiento de estos órganos y cómo afectan los ingredientes al humano.Pero, además, este centro trabaja con los envases de los alimentos, que también se convierten en inteligentes. Una bolsa para una ensalada, podrá, en un futuro, mutar de color si la fecha de caducidad ha sido sobrepasada, o aportar una sustancia biocida (que elimina microorganismos) en el propio material plástico, en vez de añadir conservantes a las hortalizas que reduzcan su frescura.Nanoencapsulación para entrar en las célulasConseguir añadir nutrientes y sustancias a los alimentos sin que pierdan sus propiedades es un proceso que requiere una elevada investigación y que necesita de la nanoencapsulación como herramienta. Por eso, en esta asociación valenciana investigan qué se puede hacer con estas minicápsulas.Si primero las cápsulas se hicieron micro, ahora el tamaño se ha convertido en nano. "Buscamos que la sustancia pueda atravesar el tejido epitelial del intestino y que se incorpore al interior de las células", cuenta José García, director de I+D."Algunas de sus aplicaciones pueden sonar a ciencia ficción: que los alimentos cambien el sabor con el tiempo o de color según el gusto del cliente", añade. En la actualidad, el caso de los chicles sería el más evidente: tardan mucho más en perder el sabor, debido a las sustancias encapsuladas, que no liberan el aroma de inmediato.Esta técnica también se utiliza para los envases. García avanza que pronto lo veremos en los supermercados: "Se encapsulan aromas o sustancias. Son aplicaciones que ya se están probando y que las multinacionales lanzarán pronto".

Las cifras

1.123 asociados, entre pymes y multinacionales de la alimentación y de la distribución, tiene el centro tecnológico.193 profesionales trabajan en Ainía, la mayoría licenciados y un 12% de ellos doctores.14,8 millones de facturación tuvo en 2009. Alrededor del 40% de los fondos para investigación son públicos.

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