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Trabajo

Las empresas de EE UU entierran los planes de pensiones

IBM acaba de anunciar que congelará (no seguirá alimentando) las pensiones a todos sus empleados a partir de 2008, algo que afecta a 117.000 empleados pero ayudará a mejorar sus resultados. Esta empresa tiene el tercer mayor fondo de pensiones del país por detrás de General Motors y General Electric.

Su decisión se suma a la de Verizon (la telefónica que ha hecho lo mismo con sus empleados fuera de convenio) y afianza una tendencia a enterrar los planes de pensiones de las empresas en EE UU sin que, hasta ahora, muchos parezcan lamentarlo.

Y no lo hacen por que con la crisis de las aerolíneas, la del sector textil y el acero, los estadounidenses se han acostumbrado a oír que hay crisis en las pensiones y es necesario ahorrar. Ahora, compañías, con cuentas saneadas como IBM, siguen la estela de las aquejadas por la crisis con el argumento de que deben eliminar costes que sus competidores más modernos no tienen. A cambio, las empresas ayudan a sus trabajadores a dotar cuentas personales de ahorro e inversión para la jubilación, las llamadas 401K (por el artículo que las regula en la ley tributaria). æpermil;stas, ya empezaron a funcionar en 1978 y fueron concebidas como un complemento de las pensiones, no como su alternativa.

Pero es la corriente que marca los tiempos y que resume el economista Tim Kane, del think tank conservador Heritage Foundation, quien asegura que las pensiones son tan anacrónicas como los dinosaurios y como estos desaparecerán porque no tienen cabida en las relaciones laborales del siglo XXI.

Según Kane, los sindicatos 'tienen que cambiar de mentalidad' para hacer frente al reto de la globalización.

Este economista explica que al ampliarse la esperanza de vida se hacen inviables las pensiones prometidas en los contratos que las grandes empresas han venido suscribiendo tras la II Guerra, unos contratos que el también economista, Paul Krugman ha calificado como 'la base social de la América de la posguerra', a falta de un verdadero Estado de bienestar.

Krugman, lejano a las posiciones de Kane, observa con desasosiego cómo esta base social, creada sobre la semiprivatización del sistema de bienestar, es cada vez más débil y alerta sobre la amenaza que esto supone para la clase media. Kane, sin embargo, explica que las pensiones son imposibles matemáticamente hablando y, además, impiden la movilidad laboral. Por ello aboga por las cuentas 401K, que trasladan un mayor riesgo a los trabajadores que deben convertirse en inversores.

Antes que este economista lo dijo el consejero delegado de General Motors, Alfred Sloan, en los años cuarenta al calificar de 'extravagancia que supera lo razonable' las pensiones y prestaciones sociales semejantes, como el seguro médico. Presionado por los sindicatos, Sloan aceptó, no obstante, incluirlas en la mayor empresa de EE UU.

Ahora prima la tacañería

No obstante, compañías nacidas en las últimas décadas, especialmente las de alta tecnología o en las que hay mucha movilidad como Dell o Starbucks han optado por reducir o eliminar directamente estas 'extravagancias'. Hewlett-Packard o Lucent optaron por congelarlas o eliminarlas 'para sus nuevos empleados', algo que ya hizo IBM hace un año.

El Instituto de Análisis de Prestaciones Laborales (financiado por empresas y sindicatos) estima que el 63% de las empresas ofrecía planes de pensiones en los sesenta, y a finales de los setenta sólo el 13% tenía éstos como prestación relevante.

Las primeras 'defunciones' de pensiones coincidieron con la llegada de los 401K y una época en la que los rendimientos del mercado permitían ser optimistas ante este tipo de ahorro. El primer golpe lo recibieron los que contaban con los 401K para retirarse en 2001 y vieron evaporar sus rendimientos con la caída de las Bolsas.

En las empresas públicas, la situación no es muy distinta. Por ejemplo, en Alaska ya hay una ley por la que se cancelan las pensiones para futuros empleados. Pero es en el sector público donde se han oído las mayores quejas por esta tendencia y, de hecho, fue el motivo de la huelga ilegal que paralizó tres días el transporte de Nueva York.

Roger Toussain, el presidente del sindicato del transporte público defendió con el paro las pensiones actuales y la de los futuros empleados.

La huelga le convirtió en un Quijote que ha conseguido conservar unas prestaciones que muchos califican de relaciones laborales del pleistoceno.

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