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Columna
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70 dólares

Hace un año, el precio del barril de Brent superaba los 40 dólares, cercano al máximo observado tras la invasión de Kuwait en otoño de 1990. El pasado verano la causa para el repunte de precio del crudo era el cierre de Yukos, si bien ni la producción, limitada en sus posibilidades, ni la demanda, disparada por el dinamismo económico mundial, permitían pensar en un repunte transitorio.

Rondando los 70 dólares se puede decir otro tanto respecto al carácter permanente de la reciente alza. Además, en esta ocasión difícilmente puede identificarse un claro desencadenante que defina el repunte como transitorio. Por una parte, la oferta de crudo apenas puede crecer, al estar casi todos los productores al máximo de su capacidad de extracción. Es difícil que esta se incremente significativamente en los próximos años, por ejemplo, con la puesta en funcionamiento de nuevos yacimientos o la explotación de los menos rentables.

Las existencias de crudo en EE UU son relativamente elevadas. Sin embargo, en comparación con las cifras históricas de inventarios hay que tener en cuenta la baja calidad del crudo que ahora se está almacenando, por lo que, para obtener la misma cantidad de productos refinados, se precisa más cantidad de materia prima o mayor uso de la capacidad de refino. La situación de indisposición de productos derivados se une a una situación límite en la capacidad en las refinerías europeas y norteamericanas, y a la dificultad de aumentarla significativamente. En definitiva, también está justificada una presión permanente al alza sobre precios por el lado de los inventarios y de refino.

Difícilmente puede identificarse un claro desencadenante que defina como transitorio el repunte del precio del petróleo

Finalmente, el crecimiento mundial sigue siendo alto en 2005, pese al repunte del precio de las materias primas de los últimos años. El crecimiento más intenso se sigue produciendo en los países de elevado consumo de energía por unidad de PIB, como China, y dentro de los países con más eficiencia energética de su producción, en EE UU, que tiene un elevado consumo final de productos refinados. La demanda, por tanto, dista de haberse ralentizado suficientemente.

Los efectos de un alza permanente del precio de los productos petrolíferos se transmiten a la economía, en primer lugar, a través del alza en los costes de producción, elevando precios y/o moderando producción. También se puede esperar un efecto adverso en la renta disponible de los consumidores de productos petrolíferos, que deprime la demanda agregada, a la vez que significa una transferencia de renta a los países productores de petróleo o a las compañías relacionadas con su extracción y refino. Además, el aumento de precios de la energía implica un alza en los precios, pero sobre todo un cambio de precios relativos, al incrementarse casi exclusivamente los relacionados con productos petrolíferos.

Observado los datos económicos mundiales de los dos últimos años se constatan resultados sorprendentes. El primero es una relativa insensibilidad de la producción mundial ante el alza del crudo. Especialmente en economías de muy elevado crecimiento y alta intensidad en el uso de productos energéticos en procesos productivos (China o India) sorprende el mantenimiento de crecimientos del PIB en un entorno de fuertes alzas de precios de las materias primas. Es posible que el mantenimiento de las cifras de crecimiento tenga que ver con la incorporación masiva de otros inputs productivos (trabajo y capital). Otros países con alta intensidad de uso de materias primas en su producción (Indonesia o Tailandia) sí están viéndose afectados por el repunte del coste de las materias primas. Se puede esperar que su situación se generalice. En EE UU el aumento de precios está significando una moderación del crecimiento del consumo de las familias.

En los países desarrollados el alza de precios inducida por el repunte del petróleo queda circunscrita a la de sus derivados. En los últimos 18 meses, mientras la inflación estadounidense sobre precios de consumo ha aumentado en 1,3 puntos porcentuales, la subyacente sólo lo ha hecho en 0,6.

En el caso europeo, la situación no es diferente: el alza del petróleo y del resto de materias primas ha deprimido el crecimiento, por el aumento de los costes de producción internos y la transferencia de renta hacia los productores de crudo. Más recientemente, es posible, incluso, que la demanda externa de los productos europeos se haya visto afectada por expectativas de moderación del crecimiento mundial. Por último, los efectos adversos aquí pueden ser algo más intensos que en EE UU como consecuencia de la depreciación del euro. El crecimiento de los precios se ha concentrado en los derivados del petróleo en un entorno de estabilidad de la tasa de inflación.

¿Qué hacer un escenario de mayor precio del petróleo? Aunque parezca de Perogrullo, consumir menos, o sustituirlo, como sucedería con cualquier otro producto o factor productivo. O, aumentar la capacidad de refino.

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