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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un mensaje de tranquilidad

El líder del PSOE y próximo presidente del Gobierno español lanzó ayer un mensaje rotundo a las empresas y a los empresarios de este país. 'No intervendré en el mundo económico; hay que ganar cuotas de libertad'. Era obligado, tras su triunfo por sorpresa el domingo pasado, y en una jornada en la que los agentes económicos esperaban con ansiedad un signo por parte de José Luis Rodríguez Zapatero. El dirigente socialista añadió: 'Vamos a hacer un Gobierno competente, solvente, monocolor, para una buena política económica que fomente el crecimiento, la productividad y el esfuerzo inversor en investigación y desarrollo'. Se trata de un comienzo adecuado, y más en el actual escenario de inestabilidad financiera en toda Europa.

La Bolsa española reaccionó ayer, tras la sorpresa electoral, con una caída del Ibex del 4,15%. Pero a la vista de los notables recortes que también han sufrido el resto de mercados internacionales no se trata de una cifra difícil de comprender. El 4 de marzo de 1996, tras el primer triunfo de José María Aznar, también sin mayoría absoluta, la Bolsa sufrió una caída de más del 5%, pese a que en aquella ocasión los mercados europeos no marcaban descensos, como sí sucedió ayer.

El mensaje de Zapatero tiene una significación especial. Resulta complicado determinar todas y cada una de las razones que han llevado a los electores a favorecer al PSOE y desalojar al PP del Gobierno, en un movimiento inédito en la democracia española que ha despojado a un partido de la mayoría absoluta para enviarlo a la oposición. Determinante ha sido, obviamente, el impacto de la tragedia del 11-M y, en especial, del intento de manipulación y engaño a los ciudadanos sobre su autoría en los días siguientes. También ha pesado la percepción de los ciudadanos de que Aznar había utilizado la mayoría absoluta lograda en 2000 para embarcar al país en aventuras, como la guerra de Irak, a las que se oponían de forma mayoritaria.

Pero entre todas esas razones, suficientemente legítimas para desalojar del poder a un gobernante, probablemente no se encontrase en primer lugar la situación económica. Tras ocho años de gestión, el PP podía ofrecer una situación macroeconómica saneada, con un crecimiento aceptable en términos comparativos con el resto de Europa. Todo ello sin menoscabo de las críticas razonadas a la calidad de ese crecimiento. Así que Zapatero necesita también, y con rapidez, ganar legitimidad en ese terreno. Ayer comenzó a hacerlo.

En este sentido, resulta deseable que el líder socialista defina cuanto antes el equipo económico que va a asumir la responsabilidad en el Gobierno. Y al tiempo, que en este equipo prime, sobre cualquier otra circunstancia, la profesionalidad, capacidad, dedicación y valía personal. Un criterio aplicable también a las empresas del sector público -y a Rodrigo Rato, a quien el nuevo Ejecutivo debe apoyar como candidato al FMI-. Con respecto a las empresas privatizadas, el mensaje de ayer es suficientemente claro. Son sus accionistas quienes deben decidir en ellas.

Respecto a los mercados financieros, Zapatero y su equipo afrontan hoy un panorama mucho más difícil que hace tan sólo una semana, antes de los atentados del 11-M. Las primeras decisiones en el terreno económico han de ser sólidas. Y tomarse con rapidez. Casi 11 millones de votos le avalan.

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